¡La gracia final es la de la alegría!

Esta gracia mariana nos alegra. El Padre Lamy nos hace conscientes de esta gracia mariana de la alegría a través de su vida. Al igual que él, estamos llamados a vivirla y a dar una nueva fecundidad.

Por supuesto, continuará su vida con sus dificultades, pero todo ha cambiado, ¡todo se convertirá en una fuente de fertilidad, todo hablará del Cielo!

Hoy al finalizar esta comunidad de oración, observemos una última imagen, la de Isaías en el capítulo 62: nos muestra ese extraordinario amor de Dios por la Iglesia, este amor verdadero que da libertad, que trae crecimiento a través del don de darse uno mismo al otro. Y el ser querido se compara a una gacela, o a una cabra montés. Y si miramos desde lejos, podríamos pensar que saltando de peñasco en peñasco, ¡se va a romper el cuello! Pero Dios ha puesto en su cuerpo un instinto seguro para permitirle que pase encima de los barrancos: es lo de la alegría de ser amado.

Vivamos en dependencia del Cielo, conectemonos con la hora de Jesús, descubramos la presencia de Dios en cada una de sus Criaturas: es el camino que María Refugio de los pecadores quiere mostrarnos. Es la Esperanza del pecador perdonado, que ahora puede verse con otra luz, la de la mirada cariñosa del Señor.

Oremos:

Oración de Consagración a la Virgen Maria

San Luis Maria Grignion de Montfort

Te elegimos hoy, ¡oh, María!

en presencia de toda la corte celestial 

como nuestra Madre y nuestra Reina.

Te entregamos y consagramos,

con toda sumisión y amor, 

nuestro cuerpo y nuestra alma, 

nuestros bienes interiores y exteriores,

y hasta el valor de nuestras buenas acciones,

pasadas, presentes y futuras,

dejándote completo y pleno derecho 

para disponer de nosotros y

de todo cuanto nos pertenece,

sin excepción, según tu beneplácito,

para la mayor gloria de Dios,

ahora y por la eternidad.

¡Amén!

No olvidemos rezar el Santo Rosario

Recemos una decena del Rosario por nuestras intenciones