Noveno día: Consagrados | vocaciones

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Del Evangelio según San Mateo

Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.»

 Mateo 9:35-38

 

 

Tú no quisiste víctima ni oblación; pero me diste un oído atento;

no pediste holocaustos ni sacrificios, entonces dije:

«Aquí estoy. En el libro de la Ley está escrito lo que tengo que hacer:

yo amo. Dios mío, tu voluntad, y tu ley está en mi corazón.»

 Salmo 40: 7–9

 

 

Santa Ana

La Tradición nos dice que Santa Ana amamantó a María hasta sus tres años. Cuando ella fue destetada, los padres llevaron a su hija al Templo, para que ella continuara creciendo espiritualmente en un ambiente protegido, cerca del Señor.

María se ofrece ella misma a Dios, subiendo sola los quince escalones que conducen al altar de los holocaustos, como una ofrenda perfecta.

Sus padres descienden maravillados y dando gracias a Dios. Esta profunda alegría no evita el dolor de los padres al separarse tan rápido de la hija tan esperada que les da tanta felicidad. Como ellos honran la promesa de ofrecerle la hija prometida, Dios les concede gracias particulares de consolación en honor a su fidelidad.

Ana y Joaquín son un modelo para los padres de los consagrados: ellos también pueden experimentar el gozo al ver a su hijo o hija convertirse en sacerdote o religioso(a) y el dolor del alejamiento que estas vocaciones particulares parecen imponerles.

 

 

 

 

De San Juan Pablo II

Ustedes son “la sal de la tierra” y “la luz del mundo”. Por estas palabras, el Señor los invita a ser testigos y misioneros para sus hermanos. ¡Que vuestra vida resplandezca, porque el Señor está en el fondo de vuestro corazón; Él los ama y los invita a la alegría! Sentirse amado permite caminar con confianza. La vida de los bautizados consiste en estar ligados a Cristo, fuente de vida; a recibir de Él la vida en abundancia y a ser sus testigos. «El sacerdocio bautismal de los fieles, vivido en el sacramento del matrimonio, constituye para los esposos y la familia el fundamento de una vocación y de una misión sacerdotal.»

 Discurso de San Juan Pablo II, Sainte Anne d’Auray, Francia - Septiembre 20, 1996 - N°4

 

 

 

Oremos:

Santa Ana, en este día te rezamos con y por los consagrados, con los jóvenes que desean entregarse completamente a Dios.

Santa Ana a través de tu intercesión te rogamos que guíes a las familias para que se conviertan en espacios privilegiados donde las vocaciones sacerdotales y religiosas puedan florecer.

¡Oh, Santa Ana! como tú velaste en particular la vocación de María, vela sobre nuestros consagrados y nuestros religiosos para que sean siervos ardientes de la Palabra de Dios.

Vela sobre los padres que sufren ante una vocación que los sobrepasa. ¡Oh Señor, por la intercesión de Santa Ana, concédenos contar en nuedtra comunidad con sacerdotes verdaderamente santos , pues más que nunca este mundo moderno carece de ellos!

 

Santa Ana, te pedimos

ser la guardiana de la fe en nuestros corazones,

de la gracia en nuestras almas,

de la solidaridad en nuestros hogares,

del amor en nuestra familia

de la reconciliación en la Iglesia

de la paz en el mundo.

Guarda viva en nosotros

la virtud de la esperanza.

Santa Ana, madre de María y abuela de Jesús, vela por nosotros, y por nuestros ancianos.

 

 

Conclusión:

Si no dispones de mucho tiempo para orar:

  • Un Padre Nuestro,
  • Un Ave Maria, (que puede adaptarse: “Dios te salve María, hija de Santa Ana, llena de gracia, el Señor es contigo…)
  • Un Gloira
  • Santa Ana, ruega por nosotros y nuestras familias.

 

Si dispones de un buen espacio de tiempo para orar :

  • Diez Ave Marias, o
  • Una decena del Rosario, o
  • Un Rosario entero, 

Y terminar diciendo:

    • Santa Ana, ruega por nosotros y nuestras familias.

       

    Proposición de lectura :  Deus Caritas est - Benedicto XVI

    Oración de la comunidad

    Oración a Santa Ana de Auray

    Santa Ana, te pedimos seas la guardiana de la fe en nuestros corazones, de la gracia en nuestras almas, de la solidaridad en nuestros hogares, del amor en nuestra familia, de la reconciliación en la Iglesia, de la paz en el mundo. Mantén viva en nosotros la virtud de la esperanza. Santa Ana, madre de María y abuela de Jesús, vela por nosotros. ¡Amén!

    ¡Gracias! 23 personas oraron

    "Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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    2018 - Novena a Santa Ana por las familias

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