Día 14: Obra de Misericordia espiritual: rogar a Dios por vivos y muertos.

Día 13: Obra de Misericordia espiritual: soportar con paciencia los defectos de los demás.

 

CON EL ANTIGUO TESTAMENTO

Los hombres de Judas fueron al día siguiente –dado que el tiempo urgía– a recoger los cadáveres de los caídos para sepultarlos con sus parientes, en los sepulcros familiares. Entonces encontraron debajo de las túnicas de cada uno de los muertos objetos consagrados a los ídolos de Iamnia, que la Ley prohíbe tener a los judíos. Así se puso en evidencia para todos que esa era la causa por la que habían caído. Todos bendijeron el proceder del Señor, el justo Juez, que pone de manifiesto las cosas ocultas, e hicieron rogativas pidiendo que el pecado cometido quedara completamente borrado. El noble Judas exhortó a la multitud a que se abstuvieran del pecado, ya que ellos habían visto con sus propios ojos lo que había sucedido a los caídos en el combate a causa de su pecado.Y después de haber recolectado entre sus hombres unas dos mil dracmas, las envió a Jerusalén para que se ofreciera un sacrificio por el pecado. Él realizó este hermoso y noble gesto con el pensamiento puesto en la resurrección, porque si no hubiera esperado que los caídos en la batalla fueran a resucitar, habría sido inútil y superfluo orar por los difuntos. Además, él tenía presente la magnífica recompensa que está reservada a los que mueren piadosamente, y este es un pensamiento santo y piadoso. Por eso, mandó ofrecer el sacrificio de expiación por los muertos, para que fueran librados de sus pecados. – 2 Macabeos 12: 39-45


CON EL NUEVO TESTAMENTO

Tomen el casco de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Eleven constantemente toda clase de oraciones y súplicas, animadas por el Espíritu. Dedíquense con perseverancia incansable a interceder por todos los hermanos, y también por mí, a fin de que encuentre palabras adecuadas para anunciar resueltamente el misterio del Evangelio. –Efesios 6: 17-19

CON LOS SANTOS

Élisabeth (Isabel) de la Trinidad

"Conoces tan bien mi corazón que sabes que los que entran jamás podrán salir." Como todos los santos, sor Isabel de la Trinidad conocía el precio del sufrimiento y sabía que la unión divina no se consuma sino en la cruz. Repetidas veces exalta ese sufrimiento bendito, todas esas mortificaciones de la vida que imprimen en su alma y en su cuerpo la efigie del Crucificado. «¡Es algo tan grande, tan divino el sufrimiento! Me parece que en el cielo si los bienaventurados pudieran envidiar algo, sería ese tesoro. ¡Es una palanca tan poderosa para el corazón de Dios! Y luego ¿no os parece que es dulce dar a Aquel a quien uno ama?

 

 

Santa María Faustina Kowalska

Bajo una apariencia muy común, su vida oculta en realidad una unión con Dios de extraordinaria profundidad: en secreto, sin nada que se propague hacia el exterior, a menudo siente en su cuerpo la pasión del Señor Jesús y ora apasionadamente por el bienestar de las almas.

"Hoy, en espíritu, he estado en el paraiso y he visto la inconcebible belleza y felicidad que nos espera tras la muerte. He visto cómo todas las criaturas rinden incesante honor y gloria a Dios. He visto lo grande que es la felicidad en Dios, que se vierte en todas las criaturas, haciéndolas felices. Luego todo honor y gloria que ha hecho felices a las criaturas vuelve a la fuente y ellas entran en la profundidad de Dios, contemplan la vida interior de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que jamás conseguirán comprender ni examinar. Esta fuente de felicidad es inmutable en su esencia, pero siempre nueva y fluye para las bienaventuranzas de todas las criaturas. Comprendo ahora lo que dijo San Pablo: "Lo que ojo no vio, ni oído oyó, ni jamás entró en el corazón del hombre, lo que Dios tiene preparado para los que Le aman". Y Dios me dio a conocer lo único que tiene valor infinito a Sus ojos, el amor, y una vez más el amor. Y nada es comparable a un acto de amor puro de Dios. Qué inefables favores concede el Señor a un alma que Lo ama sinceramente. Felices las almas que ya aquí en la tierra gozan de Sus particulares favores. Son las almas pequeñas y humildes. Grande es la Majestad de Dios, que he conocido más a fondo que los espíritus celestiales que le adoran según el nivel de su gracia y la jerarquía en que se dividan. Mi alma, cuando ha visto la potencia y la grandeza de Dios, no ha experimentado miedo ni temor: no. No, absolutamente, no. Mi alma se ha colmado de serenidad y de amor, y conozco aun más la grandeza de Dios y me regocijo por cómo es Él. Y gozo inmensamente por Su grandeza y soy feliz de ser tan pequeña, porque soy pequeña: me coge en brazos y me pone junto a Su corazón. Oh Dios mio, qué pena me dan los hombres que no creen en la vida eterna. Cuánto ruego por ellos: para que los ilumine el rayo de la Misericordia y Dios los abrace en su seno paternal. Oh amor, Oh reina de la virtud. El amor no conoce temor: atraviesa todos los coros de los ángeles que montan guardia ante su trono. Eso no lo teme nadie, eso llega a Dios y lo sumerge en Él, como en su único tesoro. El Querubín con la espada de fuego, que hace guardia en Paraiso, no tiene poder sobre ello. Oh amor puro de Dios qué sin par y grande eres. Oh, si las almas conocieran Tu potencia." – Visión del Paraiso del (27.XI.1936)

Franz Jägerstätter

Casado con Franziska y padre de tres hijos, fue decapitado el 9 de agosto de 1943, a los 36 años, por su oposición pública a Hitler y al nazismo en nombre de su fe. Había sido reclutado por el ejército del Tercer Reich, pero él se opuso citando las palabras de san Pedro: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.» Justo antes de subir al cadalso, escribe una conmovedora carta de despedida a su esposa y a su madre en la que dice: "Si llego rápidamente al cielo, le pediré a Dios que también les prepare un lugar para ustedes." (...) "Escribo estas pocas palabras tal como me vienen a mi mente y a mi corazón. Tengo que escribirlas con mis manos encadenadas, pero encuentro que eso es mejor que si tuviera mi voluntad encadenada. Ni la prisión ni las cadenas ni la sentencia de muerte pueden robar a un hombre su fe y su libre voluntad. Dios da tanta fuerza que es posible superar cualquier sufrimiento, una fuerza mucho más fuerte que todo el poder de este mundo. El poder de Dios es invencible…"

Teresa de Lisieux

Ella murió joven debido a una enfermedad, pero ella afirmó antes de morir que pasaría su cielo haciendo el bien en la tierra. "Si el Buen Dios otorga mis deseos, mi Cielo pasará sobre la tierra hasta el fin del mundo. ¡Sí! quiero pasar mi Cielo haciendo el bien sobre la tierra." Santa Teresita vislumbró en su tiempo la importancia de la espiritualidad de la Misericordia para el creyente, para la Iglesia y para el mundo. “Para vivir en un acto de perfecto amor, ME OFREZCO COMO VÍCTIMA DE HOLOCAUSTO A VUESTRO AMOR MISERICORDIOSO, suplicándoos que me consumáis sin cesar, dejando desbordar, en mi alma, las olas de ternura infinita que tenéis encerradas en vos y que, de ese modo, me convierta en mártir de vuestro amor, ¡oh, Dios mío! Que este martirio, después de prepararme para presentarme ante vos, me haga finalmente morir y que mi alma se lance sin tardanza en el abrazo eterno de vuestro amor misericordioso.”

Ivan Merz

La oración era su respiración. Convencido de que el medio más eficaz para la salvación de las almas es el sufrimiento ofrecido al Señor, ofrecía sus penas físicas y morales para obtener la bendición de sus actividades apostólicas, y, ya cerca de su muerte, ofreció también su joven vida por sus Águilas. Murió en Zagreb el 10 de mayo de 1928, a los 32 años de edad, con fama de santidad. Entre todas sus intenciones diarias, la conversión de sus padres está particularmente cerca de su corazón. Tendrá lugar un día, pero después de su muerte.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 

Textos del conjunto de los contenidos:

los Apóstoles; Padre Keith Beaumont; Hermano Christof Betschart; Sebastián Boissenot; Padre Dominique Catta; Padre Emmanuel Coquet; CSNT; los Evangelistas; Padre Patrick-Marie Févotte; Jean-Emmanuel Franque; Thomás Geydier; François Gondrand; Marie-Lucía Le Moine; Padre Vincent de Mello; Élizabeth Montfort; Aciprensa; ArchiMadrid; Monseñor Éric de Moulins Beaufort; los Profetas; Alice Quentin; Didier Rance; Marie-Joseph Le Guillou; Paqui Sellés, ocd Puçol; Javier Chento; EWTN; Fraternité Saint Vincent de Paul de Colombes; Isabel Orellana; Gaudium Press; Graziella Moreno; Jesús Colina; Familias de Betania; el Espíritu Santo; Jérôme de Sentenac; Papa Francisco; San Juan Pablo II; Benedicto XVI; Cardenal José Saraiva Martins; 

Prière de la communauté

Oración a la Misericordia Divina, de San Juan-Pablo II

Dios, Padre Misericordioso, que has revelado Tu Amor en tu Hijo Jesucristo y lo has derramado sobre nosotros en el Espíritu Santo: Te encomendamos hoy el destino del mundo y de todo hombre. Inclínate hacia nosotros, pecadores; sana nuestra debilidad; derrota todo mal; haz que todos los habitantes de la tierra experimenten Tu Misericordia, para que, en Ti, Dios Uno y Trino, encuentren siempre la fuente de la esperanza. Padre Eterno, por la Dolorosa Pasión y Resurrección de Tu Hijo, Ten Misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén.

Merci ! 43 personnes ont prié

Que vos paroles soient toujours bienveillantes, qu’elles ne manquent pas de sel, vous saurez ainsi répondre à chacun comme il faut. Col 4 : 6

loader

14 Obras de Misericordia, espirituales y corporales

Je m'inscris