Toda nuestra ciencia consiste en saber esperar

Queridos amigos:

El título de la publicación de hoy es una frase que repetía San Rafael Arnaiz, “Toda nuestra ciencia consiste en saber esperar”. Y me acordé de ella porque entramos mañana en Adviento, tiempo de espera, de esperanza, y lo quería hacer con este santo experto en el arte de esperar. 

Y me acordé también de otro experto en este arte, en el de esperar, pero no en una espera cualquiera sino en la espera en la incertidumbre, en la prueba, en la oscuridad, y este es Abraham, que como dice Romanos 4 “creyó y esperó contra toda esperanza y de este modo llegó a ser padre de muchas naciones, tal como se le había dicho…”

De la espera nace la fecundidad. La mujer embarazada tiene que esperar a que nazca su hijo, por mucho que ella quiera adelantar el tiempo el hijo vendrá en el momento oportuno.

Y a veces nosotros somos muy impacientes y no sabemos esperar y entonces la vida nos pone en situaciones difíciles y no nos queda otra que esperar, y aprendemos el arte de la paciencia. Aprendemos que los tiempos de Dios no son nuestros tiempos, y nos damos cuenta de que la espera nos hace crecer, nos madura, nos convierte en mejor vino del que somos antes de esperar.  

San Rafael Arnaiz, tuvo que esperar. Esperó a poder entrar en la Trapa que era toda su ilusión. Una vez allí enfermó y tuvo que salir.  En casa de su familia donde volvió para recuperarse esperaba volver a la Trapa. Sanaba, volvía a la Trapa y su enfermedad le hacía volver a salir, y así por tres veces.

San Rafael en la Trapa también esperaba. Esperaba en Dios a que pasaran los momentos de tentación, de no entender, los momentos en que sus deseos humanos se habían frustrado. Siempre esperando. Pero su espera era hasta cierto punto indiferente, lo que Dios quisiera. Quería, pero también aceptaba la voluntad de Dios. Pero esta aceptación fue consecuencia del mismo proceso de espera. La espera nos ayuda a irnos reconciliando con la Cruz, a amar la Cruz, como hablábamos en anteriores publicaciones.

Este proceso se fue dando en Rafael. Al principio él sentía que rechazaba la Cruz. Esperaba volver a la Trapa cada vez que salía, pero también sabía que en la Trapa le esperaba la Cruz, pues allí no recibía los mismos cuidados que en su casa.   

Este proceso de reconciliación con la Cruz de Rafael se describe en el libro “El deseo de Dios y la ciencia de la Cruz” de Antonio María Martín, del que os pongo hoy un extracto. Rafael en su etapa más madura se va familiarizando y amando la Cruz, así lo demuestran estas palabras suyas:

“Bienaventurados los que lloran, dijo Jesús en la tierra, a las orillas del Lago, y una turba de enfermos, tullidos, pobres y pecadores le seguían; y yo creo que al posar en Jesús los ojos teñidos antes por el llanto, ahora reían gozoso y bendecías sus lacras y miserias, que eran lo que les unía a Jesús.

Y Jesús los miraba con esa dulzura que conquistó un mundo, y se dejaba querer por los pobres, por los afligidos, por los enfermos y por los pecadores. Y Jesús curaba, y Jesús consolaba…Y Jesús el tierno, perdonaba.

La escena se repite: nada ha cambiado, excepto que Jesús no está en persona en el Lago Tiberíades. Jesús está en el Sagrario: allí recibe a sus amigos, allí los consuela, los cura y los perdona.

¡Qué intimidad tan grande la de Jesús con los que lloran! ¡Benditas lágrimas, penas y enfermedades, que son nuestro tesoro, lo único que poseemos, que nos hace acercarnos a Jesús, ya que el poco amor que poseemos hacia Él es tan flojo y débil que solo no basta!

¡Qué alegría tan grande es verse querido de Dios! Contarse en el número de sus amigos, seguirle paso a paso en Jerusalén, con los ojos fijos en su divino Rostro y bendiciendo incluso nuestras propias miserias, que fueron la causa de que Jesús buscase nuestras miradas, para así llegarnos al corazón y curarnos, perdonarnos…y amarnos hasta morir en Cruz.

Esta es la locura de Cristo… Los ojos fijos en Jesús ni aun de comer se acuerdan, ni temen los fríos, ni la pobreza humilde; ni el amor a sus padres y hermanos detienen a los amadores de Jesús… Sólo Dios. Sólo Él, éste es el único pensamiento que les domina…milagro que hace la locura de amor.

El mundo y sus amadores pasan, los hombres siguen pensando en el porvenir de sus haciendas, en sus negocios, en sus enfermedades. Se apegan a la tierra en la que buscan descanso. Sufren en ella si no lo encuentran y lloran al dejarlo. Esos sí que están locos, aunque el mundo entiende por locura amar la pobreza, el desprecio, la enfermedad y la cruz.

Para terminar una oración de esperanza que podéis encontrar en mi blog, pulsa aquí.

Y el vídeo de hoy:

¡Hasta la próxima semana! ¡Feliz tiempo de Adviento! 

Oración de la comunidad

Jesús tu nombre me sana

Jesús, repito tu dulce Nombre, tranquilamente, empiezo a descansar en Ti, confío en Ti. Jesús, Tu sabes que estoy lleno de preocupaciones. Respiro suavemente , repito tu dulce Nombre y pongo todo el peso de mis ansiedades en tu hombro divino. Y ahora apoyo mi rostro en tu regazo y me dejo acariciar por tu mano dulce que me da tanta seguridad. Oigo tu voz suave que me dice que nada tema que Tú estás aquí conmigo. Jesús, Jesús, Jesús...

¡Gracias! 161 personas oraron

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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