La vocación al Amor de Santa Teresita

Queridos amigos:

A veces me pregunto como alguien tan joven como Teresita, con su personalidad, con su extremada sensibilidad, sus miedos, podía tener ocurrencias como esta de la que voy a hablar hoy. Pero no es de extrañar porque Teresita es el ejemplo del alma humilde y pobre, que se sabe muy poco, pero que ama. Y por tanto su disposición ante Dios, su dejarse hacer, permitió que Dios pusiera deseos increíbles en su alma y doctrinas maravillosas en sus escritos.      

Ella no se satisfacía con ser carmelita, esposa de Jesús y madre de las almas, quería más.

Ella  dice en una carta a Sor María del Sagrado Corazón del 8 de septiembre de 1896:

“Sin embargo siento en mis otras vocaciones. Siento la vocación de guerrero, de sacerdote, de apóstol, de doctor, de mártir. Siento, en una palabra, la necesidad, el deseo de realizar por Ti, ¡Oh, Jesús!, las más heroicas acciones. Siento en mi la vocación de sacerdote. ¡Oh, Jesús! ¡Con qué amor te recibiría en mis manos cuando al conjuro de mi palabra bajaras del cielo! ¡Con qué amor te daría a las almas! Pero ¡ay! Aun deseando ser sacerdote yo admiro y envidio la humildad de San Francisco de Asís, y siento al mismo tiempo la vocación de imitarle rehusando la sublime dignidad del sacerdocio".

"¡Oh, Jesús, amor mío, vida mía! ¿Cómo hermanar estos contrastes? ¿Cómo realizar los deseos de mi pobrecita alma?..."

Y sigue Teresita en la carta enumerando más vocaciones, la de misionero, el martirio, y otras locuras de amor que haría por Jesús. Y estos deseos constituían para ella una auténtica preocupación. Y entonces un día, relata ella en esta misma carta:

“Como estos deseos constituían para mi durante la oración un verdadero martirio, abrí un día las Epístolas de San Pablo, a fin de hallar en ellas una respuesta. Mis ojos fueron a dar con los capítulos XII y XIII de la Epístola primera a los Corintios…"

“Sin desanimarme proseguí mi lectura, y hallé esta frase que me reconfortó: “Codiciad los carismas más perfectos. Y todavía os voy a mostrar un camino más excelente” y el Apóstol explica como todos los carismas, aun los más perfectos, nada son sin el Amor. Afirma que la caridad es el camino excelente que conduce con seguridad a Dios…”

“Entonces en un transporte de alegría delirante, exclamé: - ¡Oh, Jesús, mi amor! Por fin he encontrado mi vocación es el amor. Sí, he hallado mi lugar en la Iglesia. Dios mío, vos mismo me lo habéis señalado; en el corazón de la Iglesia, mi Madre, yo seré el amor. Así lo seré todo, así mi sueño se verá realizado.”

A nosotros también nos puede pasar que no acabamos de encontrar nuestro lugar en la vida. Tal vez tú ahora estés tratando de discernir tu vocación, o tengas una vocación en la que tengas dudas, o simplemente sientas que tu vida no tiene ningún sentido, o que no haces nada, o puede que te sientas vacío o inútil.

Teresita te dice que lo importante es el Amor, también lo dice la palabra de Dios. Lo importante es que ames más y más a Jesús y que te dejes amar por Él. Si tu te enciendes en amor a Jesús acabarás siendo una llama que arde y alumbra a los demás, aunque no hagas nada particular.

Le pedimos hoy a Jesús ese Amor.

Oración a Jesús

Querido Jesús. Los deseos que pusiste en el corazón de Teresita son tan grandes, ¡había tanto amor en su corazón! Yo también tengo en mi alma deseos. Deseos de estar contigo, de amarte, de ser amado, de ser amada. Pero a veces estos deseos se ven enturbiados por mi día a día en el que creo que no hago nada valioso por Ti. Pero un suspiro de amor hacia Ti es muy valioso. Por eso levanto hoy mis ojos a Ti y te digo que te amo y que me ayudes a descubrir y amar tu voluntad porque todo lo que haga desde el amor me hará feliz. Amén.    

Sigue si quieres en este clima de oración escuchando esta canción:

¡Hasta mañana!      

Oración de la comunidad

El Señor es mi luz y mi salvación. Salmo 26.

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? Cuando me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo. Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. Él me protegerá en su tienda el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca; y así levantaré la cabeza sobre el enemigo que me cerca; en su tienda sacrificaré sacrificios de aclamación: cantaré y tocaré para el Señor. Amén.

¡Gracias! 298 personas oraron

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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