Día 28: La doctrina de la Cruz

Un Saludo de Paz y Bien

Iniciamos este retiro en el Nombre del Padre, en el Nombre del Hijo y en el Nombre del Espíritu Santo. Amén.

Preparación

Recuerda tomarte unos minutos y tener a la mano tu libreta o cuaderno. Ya hemos entendido algunas cosas en este proceso, en una hojita escribe al Señor una pequeña nota lo que has comprendido, lo que todavía no es tan claro y pídele que te conceda la gracia de estar en el presente, de escuchar qué te quiere decir a ti hoy. No olvides agradecer. Dejando allí las comprensiones y las dudas, ahora sí ve al siguiente momento.

Lectura del fragmento de hoy

Cristo acoge voluntariamente y sufre inocentemente. Acoge con su sufrimiento aquel interrogante que, puesto muchas veces por los hombres, ha sido expresado, en un cierto sentido de manera radical en el Libro de Job. Sin embargo, Cristo, no sólo lleva consigo la misma pregunta (y esto de una manera todavía más radical, ya que Él no es solo un hombre como Job, sino el unigénito Hijo de Dios), pero lleva también el máximo de la posible respuesta a este interrogante. La respuesta emerge, se podría decir, de la misma materia de la que está formada la pregunta. Cristo da la respuesta al interrogante sobre el sufrimiento y sobre el sentido del mismo, no sólo con sus enseñanzas, es decir, con la Buena Nueva, sino ante todo con su propio sufrimiento, el cual está integrado de una manera orgánica e indisoluble con las enseñanzas de la Buena Nueva. Ésta es la palabra última y sintética de esta enseñanza: “la doctrina de la Cruz”, como dirá un día San Pablo (Juan Pablo II, 2011).

Oración y reflexión

No sufre igual y no muere igual un creyente que un no creyente, ahí sí hay una diferencia. Un creyente le encuentra un sentido, porque Jesús le dio un sentido, Jesús no asumió pasivamente el dolor, Jesús resignificó el dolor, lo asumió y lo resignificó y le encontró un valor. En el sufrimiento hay un valor, en el dolor hay un valor, y JESÚS LE DESCUBRIÓ ESE VALOR. Cuando una persona sufre la primera reacción es una defensa, acorazarse, es un instinto, instinto de conservación todos lo tenemos. Cuando a Jesús le clavaron en la cruz ¿qué hizo? ¿maldijo? ¿invocó una maldición o quitó la mano? No. Cuando una persona se siente agredida el instinto le manda uno defenderse o dos atacar para controlar, mitigar la agresión. Cuando Jesús siente el dolor, lo normal de un ser humano es quitar la mano o parar, Jesús lo que hizo fue amar, amar y amar. Donde uno tiende a encogerse, Jesús amó, y ahí Jesús asumió ese dolor y entregó ese dolor, se ofreció, Jesús va a hacer de la muerte una ofrenda, Juan capítulo 10 versículo 18 Jesús dice : “A mí nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente” y suena raro, cómo que nadie me quita la vida si lo están matando y Jesús dice que lo hizo libremente. Pero es importante esto, porque lo mismo pasa cuando estoy enfermo, yo ya llevo tres cirugías de un tumor en la garganta y con quimioterapia incluida. Cuando uno sufre, la tendencia de uno repito es cerrarse, sobre todo que uno sabe muy bien que no puede controlar las cosas, es decir estoy enfermo no depende de mí. A Jesús de todas maneras lo iban a matar, pero qué hace Jesús nos e deja matar, Él entrega su vida, ojo con el verbo entregar, porque es el verbo más importante de la vida. Jesús entrega, es lo que hace en la última cena: “este es mi cuerpo que se entrega…” a Jesús no le quitan la vida, él la entrega. Dicen los filósofos existencialistas que el hombre es un ser para la muerte, pero también podríamos decir en ese orden de ideas, que cada día que pasa no es un día más, es un día menos. El día pasa quiera o no quiera usted, de todas maneras, pasa. El día se me puede morir o yo lo puedo morir. El día va a pasar, pero yo puedo decir: en este día voy a ocuparme de algo, de alguien, por una causa y voy a dar mi tiempo y mi energía por... ah entonces el día no se me murió, yo lo morí, yo lo di, yo lo entregué. Y si es verdad que el tiempo me lo quita al final no me lo quita yo lo doy, Y eso es lo que Jesús dice en Juan 10, 18, “a mí nadie me quita la vida yo tengo una actitud yo la doy libremente", y por eso en el mismo versículo dice  “el Padre me ama, porque tengo poder para dar la vida y para recuperarla” por eso al dar mi vida yo la estoy resucitando porque no la estoy perdiendo, la estoy ganando, ese día al morir dando yo lo resucito. Entonces la ofrenda de la vida a veces con ganas y a veces sin ganas, a veces a pesar de mí pero por el servicio por el amor le pongo amor y vamos para adelante, entonces ese día resucito.

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Para meditar

¿De qué forma puedo dar mi vida para resucitarla?

Oración de la comunidad

Oración

Señor Jesús uno mi dolor a tu dolor en la cruz y te lo ofrezco por mi sanación física, emocional, mental y la unidad de mi familia. San Juan Pablo II ruega por nosotros.

¡Gracias! 189 personas oraron

10 comentarios

"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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