Jesús está con nosotros y nos sana

Queridos amigos:

¡Qué pobres y pequeños somos! ¿verdad? Yo al menos así me siento y no me importa porque como a Santa Teresita del Niño Jesús, de la que hablábamos la semana pasada, le encantaba repetir “Quien sea pequeño que venga a Mi”.

En esta pequeñez y esta necesidad de protección que tenemos anhelaríamos haber conocido a Jesús hombre, contar con su presencia, con su mirada, su abrazo, su consejo. Pues bien, resulta que Jesús, el mismo que vivió en Galilea, vive con nosotros y no solo eso, sino que podemos recibirle cuando queramos, siempre que estemos en gracia, en la comunión.

Y hoy os traigo otra Teresa, a Teresa de Jesús, que nos habla de esta presencia de Jesús y de como la comunión es gran medicina incluso para los males corporales.

Dice así en el capítulo 34 de Camino de Perfección:

“¿Pensáis que no es mantenimiento aun para estos cuerpos este santísimo manjar, y gran medicina aun para los males corporales? Yo sé que lo es, y conozco una persona de grandes enfermedades que estando muchas veces con grandes dolores, como con la mano se le quitaban y quedaba buena del todo. Esto muy ordinario, y de males muy conocidos que no se podían fingir, a mi parecer. Y porque de las maravillas que hace este santísimo Pan en los que dignamente le reciben son muy notorias, no digo muchas que pudiera decir de esta persona que he dicho, que lo podía yo saber y sé que no es mentira. Más ésta habíala el Señor dado tan viva fe, que cuando oía a algunas personas decir que quisieran ser en el tiempo que andaba Cristo nuestro Bien en el mundo, se reía entre sí, pareciéndole que, teniéndole tan verdaderamente en el Santísimo Sacramento como entonces, que ¿qué más se les daba?

Más sé de esta persona, que muchos años, aunque no era muy perfecta, cuando comulgaba, ni más ni menos que si viera con los ojos corporales entrar en su posada el Señor, procuraba esforzar la fe, para que, como creía verdaderamente entraba este Señor en su pobre posada, desocupábase de todas las cosas exteriores cuanto le era posible y entrábase con Él. Procuraba recoger los sentidos, para que todos entendiesen tan gran bien; digo, no embarazasen al alma para conocerle. Considerábase a sus pies y lloraba con la Magdalena, ni más ni menos que si con los ojos corporales le viera en casa del fariseo; y aunque no sintiese devoción, la fe le decía que estaba bien allí.

Porque si no nos queremos hacer bobos y cegar el entendimiento, no hay que duda que esto no es representación de la imaginación, como cuando consideramos al Señor en la cruz, o en otros pasos de la Pasión, que le representamos en nosotros mismos como pasó. Esto pasa ahora y es entera verdad y no hay para qué irle a buscar en otra parte más lejos; sino que, pues sabemos que mientras no consume el calor natural los accidentes del pan que está con nosotros el buen Jesús, que nos lleguemos a Él. Pues si cuando andaba en el mundo de solo tocar sus ropas sanaba los enfermos, ¿qué hay que dudar que hará milagros estando tan dentro de mí, si tenemos fe, y nos dará lo que le pidiéremos, pues está en nuestra casa? Y no suele su Majestad pagar mas la posada si le hacen buen hospedaje.

Si os da pena no verle con los ojos corporales, mirad que no nos conviene, que es otra cosa verle glorificado, o cuando andaba por el mundo; no habría sujeto que lo sufriese, de nuestro flaco natural, ni habría mundo ni quien quisiese para en él; porque en ver esta Verdad eterna, se vería ser mentira y burlas todas las cosas que acá hacemos caso. Y vienta tan gran Majestad, ¿cómo osaría una pecadorcilla como yo, que tanto le ha ofendido, estar tan cerca de Él; parece está obligado a sufrirlo, pues se disfrazó. ¡Quién osara llegar con tanta tibieza, tan indignamente, con tantas imperfecciones!

Fijaos que la Santa dice que es una ventaja que Jesús se aparezca como disfrazado en forma de pan para que nos atrevamos a acercarnos a Él. No desaprovechemos la oportunidad, ya que la tenemos, de acercarnos a Jesús, sobre todo en los momentos peores de nuestra vida, momentos de enfermedades, angustias, dudas. Acudamos a la Comunión como el que toma una medicina, y quedémonos un rato después pidiendo a Jesús lo que necesitemos, Él es nuestra salud.  

A propósito de las dos Teresas, en octubre con ocasión de la fiesta de estas dos santas, vamos a dedicar un retiro de quince días a las dos, os podéis ir apuntando aquí.

Terminamos con la oración de hoy, pulsa aquí.

Y un programa de radio muy entretenido sobre este libro "Camino de Perfección" de Santa Teresa:


¡Hasta la próxima semana amigos!

Oración de la comunidad

Jesús tu nombre me sana

Jesús, repito tu dulce Nombre, tranquilamente, empiezo a descansar en Ti, confío en Ti. Jesús, Tu sabes que estoy lleno de preocupaciones. Respiro suavemente , repito tu dulce Nombre y pongo todo el peso de mis ansiedades en tu hombro divino. Y ahora apoyo mi rostro en tu regazo y me dejo acariciar por tu mano dulce que me da tanta seguridad. Oigo tu voz suave que me dice que nada tema que Tú estás aquí conmigo. Jesús, Jesús, Jesús...

¡Gracias! 205 personas oraron

4 comentarios

"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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