Santa Teresa nos enseña a ser humildes y pacientes abrazándonos a la Cruz

Queridos amigos:

A veces en las biografías de los santos se ha edulcorado un poco la historia de sus vidas de manera que se nos han presentado como inalcanzables o como personas fuera de lo común. 

Sin embargo, cuando son los propios santos los que cuentan su vida con obras autobiográficas nos damos cuenta de cuantas debilidades, limitaciones, pobrezas, tentaciones y luchas tuvieron como nosotros. ¡Qué hermoso es esto! Ellos se presentan a nosotros como diciéndonos, “esta soy yo y siendo como soy mira lo que Dios ha hecho conmigo”.

Desde luego Teresa de Jesús no se queda corta contando una y otra vez lo pobre y pecadora que era. Y gracias al conocimiento de sí misma, a su humildad que como ella misma decía es la verdad, nos ha dejado muchos consejos que nos sirven a nosotros en nuestra propia lucha espiritual. Ella habla de los peligros y tentaciones en todas las etapas de la vida espiritual. También habla de abrazarse a la Cruz y no ir buscando siempre consolaciones en la oración, de esto hablábamos ayer también con Teresita de Jesús. Y habla también de la humildad, otra cosa en común con Teresita, la humildad y nuestra pobreza es lo que más nos acerca a Dios.  

Dice así Santa Teresa en el capítulo 22 del Libro de la Vida:

“Para esto es bien lo que ya he dicho: no mostrarnos impacientes por encontrar consolaciones de espíritu. Venga lo que viniere, estar abrazados a la cruz es gran cosa. Este Señor nuestro quedó desierto de toda consolación. Lo dejaron solo en los trabajos. Nosotros no le dejemos porque, para más sufrir. Él nos dará mejor la mano que nuestra diligencia y se ausentará cuando viere que conviene y que quiere el Señor sacar el alma de sí, como he dicho.    A Dios le contenta mucho ver a un alma que con humildad pone por tercero a su Hijo y le ama tanto que, aun queriendo Su Majestad subirle a muy gran contemplación- como tengo dicho-, se reconoce como indigno diciendo con San Pedro aquello de Apartaos de mí que soy hombre pecador.

Esto he comprobado. De esta manera ha llevado Dios a mi alma. Otros irán – como he dicho- por otro atajo. Lo que yo he entendido es que todo este cimiento de la oración va fundado en humildad y que, mientras más se abaja un alma en la oración, más la sube Dios. No recuerdo que Dios me haya hecho merced muy señalada – de las que luego hablaré- que no haya sido estando deshecha de verme tan ruin. Y hasta procuraba Su Majestad, para ayudar a conocerme, darme a entender cosas que yo jamás habría podido imaginar.

Tengo para mí que cuando el alma hace algo de su parte para ayudarse en esta oración de unión que, aunque le parezca que le aprovecha, como es cosa no fundada, pronto se caerá otra vez. Y hasta tengo miedo de que nunca llegará así a la verdadera pobreza de espíritu que es la de no buscar consuelo ni gusto en la oración- que los de la tierra ya se sabe que se han dejado-, sin consolación en los trabajos por amor de El que siempre vivió en ellos y estar en ellos y en las sequedades aquieta mucho.  Aunque algo se sienta, no para de dar inquietud y la pena que algunas personas que, si no están siempre trabajando con el entendimiento y con tener devoción, piensan que todo va perdido como si por su trabajo mereciesen tanto bien.

No digo que no se procure y que estén con cuidado delante de Dios. Pero si no pudiesen tener ni siquiera un buen pensamiento- como otra vez he dicho- que no se maten. Siervos sin provecho somos. Y entonces ¿qué pensamos poder? “

No habla aquí Santa Teresa de Jesús de que las consolaciones en la oración no sean buenas y haya que rechazarlas porque  en realidad son muy buenas y nos ayudan a crecer en el amor. Se refiere a que no vayamos a la oración en busca de consolaciones sino en busca del mismo Dios y que El venga como quiera. 

¡No buscar los caramelos de Dios sino al Dios de los caramelos!  

Oración a Jesús

Querido Jesús. Entiendo porque quieres que venga a Ti en humildad y sin esperar consuelos, aunque si me los das es porque a veces los necesito y son buenos para mí. Pero entiendo que quieres que te ame sin interés porque el verdadero amor es así. El amor a nuestros seres queridos es así. Tú quieres ser amado por Ti mismo y no por los regalos que puedas traer, aunque Tú mismo eres el regalo. Ayúdanos a comprender esto y a ser fieles a Ti en la oración, pase lo que pase. Amén.

Y para terminar hoy una charla impartida recientemente por el carmelita Secundino Castro sobre la oración en Santa Teresa de Jesús , muy interesante:

¡Hasta mañana queridos amigos!

Oración de la comunidad

El Señor es mi luz y mi salvación. Salmo 26.

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? Cuando me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo. Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. Él me protegerá en su tienda el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca; y así levantaré la cabeza sobre el enemigo que me cerca; en su tienda sacrificaré sacrificios de aclamación: cantaré y tocaré para el Señor. Amén.

¡Gracias! 276 personas oraron

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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