AMOR SIN MEDIDA: El amor misericordioso en San Agustín

Por: Ana Lilia Lira

Fuente: AMOR SIN MEDIDA: El amor misericordioso de Dios en San Agustín de Enrique A. Eguiarte B.OAR

Queridos hermanos en Cristo, cuando alguien les pide limosna, se la dan inmediatamente o piensan que quizá no la necesita y se la niegan. San Agustín, hoy nos dirá qué debemos hacer.

GENEALOGÍA DE LA MISERICORDIA:  DIVERSAS CLASES DE MISERICORDIA

Un consejo con palabras de la Didaché

En la misericordia activa y fructífera, es decir en aquella que no sólo se conmueve ante el dolor ajeno sino que se dispone ayudar al prójimo, San Agustín nos haría una importante advertencia, y lo hace citando una frase de un antiguo documento de la Iglesia, un documento del siglo primero llamado la Didaché, es decir la Enseñanza (de los Apóstoles). De este modo San Agustín nos dice, siguiendo la Escritura, que a todo el que nos pida le debemos dar (Mt 5, 42).

No obstante, San Agustín se pregunta qué hacer con aquellas sumas importantes de dinero que se quieran donar, o bien el mismo Obispo de Hipona se pregunta cómo se puede hacer el bien, particularmente cuando hay muchas personas que piden, pero que realmente no lo necesitan, o lo piden no para sus propias necesidades, o porque se vean presionados por la pobreza y miseria, sino simplemente para sus propios vicios o gustos. San Agustín es consciente de toda la picaresca que puede haber detrás de aquellos que piden sin necesitarlo, y que en ocasiones engañan a quienes quieren mostrarse misericordiosos.

Todo esto no se trata de un elemento nuevo, sino que ya existía en tiempo de San Agustín, que nos habla de aquellos que explotan la misericordia ajena para pedir sin necesidad. Así lo expresa el Obispo de Hipona hablando concretamente de aquellas personas que en su época se hacían pasar por monjes, y de este modo pedían limosna a la gente exigiendo el pago de una fingida piedad:

     el enemigo ha dispersado por todas partes tanta gente hipócrita con hábito de monje. Entre esa gente, unos recorren las provincias, sin estar para ello comisionados, estando siempre en continuo movimiento, nunca quietos, nunca domiciliados; otros negocian con reliquias de mártires, si es que son de mártires; otros airean sus fimbrias y filacterias; otros mienten afirmando al incauto haber oído que allá, sabe Dios dónde, viven sus padres o parientes, y que muy pronto vendrán a verle. Y todos piden, todos exigen, bien el beneficio de su rediticia pobreza, bien el precio de su fingida santidad (Op. mon. 28,36).

Por ello San Agustín parte de un elemento del Evangelio: al que pide es preciso darle (Mt 5,42). No obstante, cuando lo que se quiere dar es algo importante, una suma considerable, es preciso no hacerlo sin pensarlo, o bien darlo a la primera persona que nos salga al encuentro, sino que hace falta en este caso, pensar y discernir bien a quién le vamos a dar lo que le queremos dar. En este contexto es cuando San Agustín cita el texto de la Didaché, creyendo equivocadamente San Agustín que estas palabras se encontraban en la Escritura. Así dice San Agustín:

Te busca un indigente; tú busca a otro. Una y otra cosa se dijo, hermanos míos; ahora se leyó: Da a todo el que pide; y la Escritura dice en otro sitio: Sude la limosna en tu mano hasta que encuentres al justo a quien se la entregues. Te busca uno, tú debes buscar a otro. No despaches vacío al que te busca, da a todo el que te pida; pero hay otro a quien tú debes buscar: Sude la limosna en tu mano hasta que encuentres al justo a quien des. No haréis jamás esto si no tenéis separado algo de vuestras riquezas, lo que a cada uno agrade según las necesidades de su casa (En. Ps. 146, 17).

Es preciso pues que la limosna “sude” en nuestras manos antes de darla a la persona a quien se la debemos dar. Esto significa que debemos ser muy prudentes al momento de dar una limosna o ayuda importante, para hacer bien una obra de misericordia con alguien que realmente lo necesite, y con el cual podemos verdaderamente expresar la compasión activa.

Particularmente San Agustín, siguiendo la tradición de la Iglesia Católica, nos invitaría a no precipitarnos, a tomarnos el tiempo necesario para considerar a quién debemos de dar una limosna importante. Esto es lo que significa el “sudar” de la frase de la Didaché que San Agustín repite. En resumen, se nos invitaría a ser siempre misericordiosos con todos, pero también a ser sumamente prudentes, recordando que la prudencia es una virtud que está orientada principalmente hacia la elección de los medios, y no de los fines. El fin que buscamos es hacer el bien y mostrar misericordia por medio de una ayuda, limosna o donación. No obstante, la forma de hacerlo, los medios, el cómo y a quién se la vamos a dar, es lo que nos debe mostrar la prudencia, guiada siempre, según el pensamiento de San Agustín, por el amor.

El Señor los bendiga y la Santísima Virgen y el glorioso San José los acompañen.

Oración de la comunidad

Ave María

Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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