Novena a Nuestra Señora de Czestochowa

Oremos a la madre de la unidad y de la paz, Virgen Negra de Częstochowa en Polonia, para que nuestro hogar se convierta en refugio donde reine el amor, la verdad, la justicia y la paz.

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La Virgen de Częstochowa, conocida también como “La Madonna Negra” se encuentra en Jasna Góra (monte de luz) en Polonia, es la pintura que le hizo San Lucas a la Virgen, cuando todavía vivía, sobre una mesa hecha por San José. 

La imagen de la Virgen es morenita pero bella, está herida en el cuello y en su rostro por sus enemigos, siendo una elocuente invitación a entregar nuestras vidas para reparar por tantas injurias que se cometen contra nuestra Madre Amadísima.

Los milagros atribuidos a la intercesión de Nuestra Señora de Częstochowa son numerosos y espectaculares. El milagro más espectacular de la historia es la “triple resurrección” que le ocurrió a la familia de Marcín Lanio en 1540, quien al rezar el Magnificat ante su imagen, ¡los tres resucitaron!

El lema del Papa Juan Pablo II fue “totus tuus”, “todo tuyo”, ¡de la Virgen de Częstochowa!

Era tal la inmensa devoción de San Juan Pablo II que donó la faja blanca que llevaba el día del atentado, al Santuario de la Virgen de Częstochowa. Además en el altar de su capilla privada en el Vaticano, tenía una réplica de la Virgen de Częstochowa.


“Ella nos conoce y nos acompaña con su estilo típicamente materno: sutil y valiente al mismo tiempo; nunca intruso y siempre perseverante en el bien, paciente ante el mal y activo para promover la concordia”. – Papa Francisco, Agosto 16, 2017

Oración de la novena

Oración de San Juan Pablo II a la Virgen de Częstochowa

Madre de Jasna Góra y Reina, vengo hoy a ti en una peregrinación de fe, para agradecerte tu incesante protección sobre toda la Iglesia. Madre de Dios y nuestra, gracias por ser la Estrella Polar en la construcción de un futuro mejor para el mundo; Tú eres Patrona de la edificación de la civilización del amor en todo el género humano. Madre de la Iglesia, Virgen auxiliadora, en la humildad de la fe de Pedro, traigo a tus pies a toda la Iglesia, todos los continentes, países y naciones, que han creído en Jesucristo y han reconocido en Él el estandarte que los guía en el camino a través de la historia. Te traigo, ¡oh, Madre! a la humanidad entera, incluso a los que aún están buscando el camino hacia Cristo. Sé Tú su guía; ayúdales a acoger al Dios que viene. Te traigo, en mi oración, a los pueblos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, y encomiendo a tu solicitud maternal todas las familias de las naciones. Madre de la fe de la Iglesia, permanece con nosotros en el cenáculo de la Iglesia y danos la gracia de abrirnos al don del Espíritu de Dios. Templo del Amor que abarca el cielo y la tierra, te encomiendo el servicio de la Iglesia en el mundo, que tiene tanta necesidad de amor. Madre de Dios, conviértenos en constructores de un mundo solidario, en el que la paz prevalezca sobre la guerra, y el amor a la vida sustituya a la civilización de la muerte. ¡Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! acepta nuestra confianza, robustécela en nuestro corazón y preséntala ante el rostro del Dios único en la Santísima Trinidad. ¡Amén!