Novena a la Santa Faz de Jesús

Nueve días de oración y reparación a la Santa Faz de Jesús, a la luz de la Palabra de Dios, preparándonos para su fiesta litúrgica del 25 de febrero de 2020.

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Esta novena fue pedida por Jesús a la beata Madre Pierina de Micheli. En una aparición se le presentó con su rostro lleno de sangre y dolor, y le dijo:

"¿Ves cómo sufro? Y sin embargo soy comprendido por poquísimos. ¡Cuántas ingratitudes de aquellos que dicen amarme! He dado mi Corazón como objeto sensibilísimo de mi gran amor por los hombres y doy mi Rostro como objeto sensible de mi dolor por los pecados de los hombres. Quiero que sea honrado con una fiesta particular, el martes previo al Miércoles de Ceniza. Fiesta que será precedida por una novena en que todos los fieles reparen conmigo, uniéndose a la participación en mi dolor” 


Durante nueve días, con oraciones y reflexiones desde la Palabra de Dios, vamos a reparar y amar a la Santa Faz de Jesús. Recomendamos, como siempre, prepararnos a la fiesta de su Santo Rostro con la confesión, la comunión eucarística y la adoración al Santísimo Sacramento al menos un tiempo breve cada día.

Oración de la novena

Consagración a la Santa Faz de Jesús

¡Oh Faz amabilísima de Jesús! Aquí vengo, atraído por tu dulce mirada, que como divino imán, arrebata mi corazón aunque pobre y pecador! ¡Oh Jesús!, quisiera enjugar tu adorable Faz y consolarte de las injurias y olvido de los pecadores. ¡Oh Rostro hermosísimo!, las lágrimas que brotan de tus ojos me parecen diamantes, que quiero recoger para comprar con ellos las almas de mis hermanos. ¡Oh amado Jesús!, si yo tuviera el amor de todos los corazones, todo sería para Ti. Envía, Señor, almas, sobre todo almas de apóstoles y de mártires para abrasar en tu amor a la multitud de los desgraciados pecadores. ¡Oh adorable Jesús!, mientras aguardo el día eterno en que contemplaré tu gloria infinita, mi único deseo es venerar tu Faz santísima, a la cual consagro desde ahora para siempre mi alma con sus potencias y mi cuerpo con sus sentidos. ¡Oh mi Jesús!, haz que tu Rostro lastimado sea aquí abajo mi encanto y mi cielo. Amén.