14-La Preciosísima Sangre de Jesucristo nos defiende en el juicio particular

Oración de Santa María Magdalena de Pazzi y Acto de Contrición

Padre Eterno, cubre mis labios con la Preciosísima Sangre de tu amado Hijo, de manera que mis oraciones sean purificadas antes de ascender a tu divino altar.

Dios mío, me arrepiento de todo corazón de todos mis pecados y los aborrezco, porque al pecar, no sólo merezco las penas establecidas por ti justamente, sino principalmente porque te ofendí, a ti sumo Bien y digno de amor por encima de todas las cosas. Por eso propongo firmemente, con ayuda de tu gracia, no pecar más en adelante y huir de toda ocasión de pecado.

Amén

Reflexión sobre la obra redentora del Señor

¡Qué terribles son, Señor, vuestros juicios divinos! Vos que habéis encontrado manchas aun en los Ángeles, y delante de quien los cielos no son puros, vos que juzgáis toda palabra ociosa, ¡ay! ¿Qué me sucederá, decía el Santo Job, cuando vengáis a juzgarme? Y yo miserable pecador, ¿qué haré? ¡Ah! ya lo sé, ya sé lo que he de hacer.
Santa María Magdalena de Pazzi me instruye de ello; me cubriré con vuestra Sangre y vendré a suplicaros que no miréis mis faltas sino los méritos de esa Sangre Sagrada. Ella es la que borrará mis pecados, la que pedirá misericordia por mí, pecador.
¡Oh! ¡Qué dichosa es el alma que, teñida con esta Sangre, comparezca delante de su Juez! De ella se dirá: « ¿Quién es éste que viene de Edom revestido de la púrpura de Bosrá?» Ella no temerá a sus enemigos, se presentará llena de confianza delante del divino Juez; verá sus faltas borradas por esa Sangre, presentará los méritos de esa Sangre al pie del trono de Dios, y en virtud de sus méritos recibirá la sentencia de vida eterna.
Más ¡desdichada el alma que no conoce el precio de esta Sangre, y no la honra! Oh Dios mío, ¿qué sentencia podrá esperar sino una sentencia de eterna condenación?
II. ¡Verdad terrible, pero indudable! Esta voz tan sonora como el eco de la trompeta, esta voz de la Sangre del Redentor que te convida ahora a penitencia, si la desprecias y si le cierras tus oídos, será para ti algún día, óyelo, será para ti como el eco de la trompeta fatal, señal del más riguroso juicio.
¿No ves, pues, oh alma rebelde y obstinada en el pecado, que la Sangre divina te amenaza con un fuego eterno? ¡Ah! purifícate con esa Sangre en tanto que el Señor te da tiempo para convertirte; o de lo contrario, deberás arder en un fuego eterno.
El agua y el fuego son los dos elementos que purifican. El que rehúsa purificarse al presente con las lágrimas de la penitencia, ese baño saludable que, unido a la Sangre Preciosísima de Jesucristo, lava todas las manchas del pecado, caerá en un fuego devorador. Este fuego jamás podrá purificarle, pero le atormentará por toda una eternidad con llamas abrasadoras encendidas en la Sangre divina que tan insensatamente despreciamos.
Ahora Cristo, es un agua benéfica, dice, Guarrigue; pero entonces será un fuego que consume; era una fuente abierta para lavar los pecados; mas entonces será una llama cruel, un fuego que devora hasta la medula del alma. Aquí el baño de sangre, allí el horno de fuego, ¿qué elijes tú?
¡Ah!, digamos más bien con el mismo Guarrigue: «Vale más, hermanos míos, es más dulce ser purificado por una fuente, que por el fuego.» Purifíquese el alma en esta fuente de misericordia y de gracia para no arder en un infierno de fuego eterno, que se sumerja en este mar de la Sangre Preciosísima de Jesús con el más sincero afecto del corazón para evitar la sentencia terrible de eterna maldición.

Rosario a las Santas Llagas/Rosario de la Preciosísima Sangre (A elección)

(Se usa un rosario normal, se presentan en paralelo)

Al inicio:

Oh Jesús, divino redentor, sé misericordioso con nosotros y con el mundo entero. Amén

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén

¡Perdón! ¡Misericordia, Jesús mío!; durante los peligros presentes, cúbrenos con tu preciosa sangre. Amén

Padre Eterno, ten Piedad y Misericordia por la Sangre de Jesucristo, Tu Único Hijo. Ten Misericordia de nosotros, Te suplicamos.

Amén. Amén. Amén.

Cuentas grandes:

Bendita sea la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, que con ella nos redimió.

/

Padre Eterno, te ofrezco las Santas Llagas de Nuestro Señor Jesucristo, para sanar las llagas de nuestras almas.

Cuentas pequeñas:

Preciosísima Sangre de Cristo, lávanos. Preciosísima Sangre de Cristo, defiéndenos.

/

Jesús mío, perdón y misericordia, por los méritos de tus Santas Llagas.

Cadena:

Jesucristo, aplaca tu ira, tu justicia y tu rigor. Líbranos de esta epidemia, misericordia Señor.

/

María, madre llena de aflicción, las llagas de tu Hijo graba en mi corazón.

Al finalizar:

Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.

/

Padre Eterno, te ofrezco las Santas Llagas de Nuestro Señor Jesucristo, para sanar las llagas de nuestras almas (3 veces).

Gozos (Opcional)

Pues morís, Padre y Señor,

En una Cruz afrentosa,

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Esposo de sangre hermoso,

Que en vuestra Circuncisión,

Con ternura y compasión

La derramáis cariñoso:

Y aunque tierno y amoroso

Lloráis por el pecador:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Entre el huerto de las penas,

Entre angustias y agonías,

Dais amante por mil vías

La Sangre de vuestras venas:

Y pues con dulces cadenas

Rendís nuestro desamor:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Ríos de Sangre corrieron

De vuestro Cuerpo sagrado,

Cuando a golpes maltratado

Con tanto azote le hirieron:

Todo una llaga os hicieron,

Siendo el hombre el ofensor:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Vos de espinas coronado

Tanta Sangre derramáis,

Que casi, mi bien, cegáis,

Todo el rostro ensangrentado:

Y pues tierno y lastimado

Pagáis por vuestro deudor:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Al llegar desfallecido

Y sin aliento al Calvario,

Un aleve y temerario

Os arrebata el vestido:

Piel y Sangre, mal herido,

Nos dais en este rigor:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Clavos son nuestros delitos,

Que en una Cruz os fijaron,

Y pies y manos rasgaron

Con dolores exquisitos:

La sangre de Abel da gritos

En favor de su agresor:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Difunta vuestra hermosura,

Un ciego, el más atrevido,

El dulce pecho os ha herido,

Derramando con ternura

Raudales de gran dulzura

La Fuente del Salvador:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Pues morís, Padre y Señor,

En una Cruz afrentosa,

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.

 

℣. Nos redimiste, Señor, con tu Sangre.

℟. Y nos hiciste un reino para tu Padre y Dios nuestro.


ORACIÓN: Omnipotente y Eterno Dios, que por la Preciosa Sangre de tu Hijo quisiste aplacarte y redimirnos, concédenos te suplicamos, recordarte el precio de nuestra Redención, para que merezcamos alcanzar en esta vida el perdón, y la gloria en la eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Coloquio

Oh Juez justísimo, Jesús amado; Vos no queréis la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, y con este objeto nos invitáis, con tanta misericordia a la penitencia, nos ofrecéis vuestra Sangre Purísima para lavar las manchas de nuestro corazón y os contentáis, con algunas lágrimas de un corazón contrito y humillado que se una esa Sangre de salvación. ¡Ah! ¿Cuál sería, pues, nuestra dureza si nos resistiésemos todavía a vuestra gracia y cerrásemos los oídos a vuestra voz? Semejante dureza, ¿no merecería con justo título la eterna condenación? Concededme, pues, antes de enviarme la muerte, la gracia de aprovecharme de vuestras piedades, arrojándome en la fuente de misericordia, y purificarme así de todas mis faltas. Haced que en esa Sangre halle mi consuelo en la vida y en la muerte; haced que por sus méritos alcance en vuestro divino tribunal una sentencia favorable, y que esa Sangre no se convierta para mí como para los judíos en una maldición eterna.

Ejemplo de la vida de un santo

Refiérase en la vida de San Francisco de Borja que, asistiendo a un enfermo que tocaba el término de su vida y rehusaba obstinadamente el confesarse, el Santo tomó un crucifijo y se postró en tierra, junto a la cama del enfermo. Con palabras de fuego y en nombre de la Sangre omnipotente de Dios, en nombre del inmenso amor que el Redentor nos ha manifestado en la cruz, exhortó a reconciliarse con Dios y a recibir los santos Sacramentos. Pero, como el enfermo seguía endurecido en la impiedad, vio una porción de Sangre fresca salir de las llagas de la imagen. El Señor quería por este milagro convidarle a penitencia y ofrecerle con una benevolencia inaudita su Sangre para remedio de su obstinación; mas el miserable rehusaba escuchar las palabras del Santo y la invitación del mismo Dios. Vióse entonces la imagen desclavar de la cruz una de sus manos, y llenándola de sangre, arrojarla al rostro del pecador obstinado. Poco tiempo después murió condenada; y aquella, Sangre, salida milagrosamente del crucifijo, no sirvió, en castigo de criminal obstinación del enfermo, sino para atizar contra él las llamas devoradoras del fuego infernal.

Jaculatoria

Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo en expiación por nuestros pecados y por las necesidades de la Santa Iglesia.

(Rezar la cantidad de veces que se quiera)

Letanías

Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo óyenos.

Cristo escúchanos.

Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.

Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.

Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

Sangre de Cristo, hijo único del Padre Eterno, sálvanos

Sangre de Cristo, Verbo encarnado,

Sangre de Cristo, Nuevo y Antiguo Testamento,

Sangre de Cristo, derramada sobre la tierra durante su agonía,

Sangre de Cristo, vertida en la flagelación.

Sangre de Cristo, que emanó de la corona de espinas,

Sangre de Cristo, derramada sobre la Cruz,

Sangre de Cristo, precio de nuestra salvación,

Sangre de Cristo, sin la cual no puede haber remisión,

Sangre de Cristo, alimento eucarístico y purificación de las almas,

Sangre de Cristo, manantial de misericordia,

Sangre de Cristo, victoria sobre los demonios,

Sangre de Cristo, fuerza de los mártires,

Sangre de Cristo, virtud de los confesores,

Sangre de Cristo, fuente de virginidad,

Sangre de Cristo sostén de los que están en peligro.

Sangre de Cristo, alivio de los que sufren,

Sangre de Cristo, consolación en las penas,

Sangre de Cristo, espíritu de los penitentes,

Sangre de Cristo, auxilio de los moribundos,

Sangre de Cristo, paz y dulzura de los corazones,

Sangre de Cristo, prenda de la vida eterna,

Sangre de Cristo que libera a las almas del Purgatorio,

Sangre de Cristo, digna de todo honor y de toda gloria,


Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, escúchanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.


V.- Nos rescataste, Señor, por tu Sangre.

R.- E hiciste nuestro el reino de los cielos.


Oremos: Dios Eterno y Todopoderoso que constituiste a tu hijo único Redentor del mundo, y que quisiste ser apaciguado por su sangre, haz que venerando el precio de nuestra salvación y estando protegidos por él sobre la tierra contra los males de esta vida, recojamos la recompensa eterna en el Cielo.

Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

Oración de la comunidad

Tres ofrecimientos de cierre

Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Jesucristo, en satisfacción por mis pecados, en súplica por las santas almas del Purgatorio y por las necesidades de la Santa Iglesia, especialmente por el alma de... Inmaculado Corazón de María, ofrece al Padre Eterno la Preciosa Sangre de NSJC, por la conversión de los pecadores, especialmente... Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de NSJC en unión a todas las Santas Misas celebradas hoy en el mundo entero, por todas las benditas almas del purgatorio. Amén.

¡Gracias! 38 personas oraron

"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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