La sequedad y la oscuridad del alma (4)

Queridos amigos:

Siguiendo con el tema que estamos tratando, el otro día me puse a pensar que vaya jardín en el que nos hemos metido como se suele decir. Es un tema tan profundo, tan delicado, tan sujeto a muchas interpretaciones y que plantea tantas dudas ¿verdad? Algunos me planteáis el tema de encontrar un buen director espiritual que les ayude a distinguir y a avanzar en su vida espiritual. No es fácil encontrar un buen director como el mismo San Juan de la Cruz nos dice en muchas ocasiones. Pero si se busca y se le pide a Dios y no se encuentra, desde luego esto no puede ser obstáculo para avanzar en la vida espiritual. Y pensando en esto, se me ocurrieron varias cosas.

Los tiempos que vivimos son muy distintos a los del santo. Vivimos en un tiempo en el que parece que todo tiene que ser rápido e inmediato. Nos hemos acostumbrado a tener siempre los sentidos ocupados. Y por lo tanto nos puede parecer que tenemos sequedad y no es así, sino que no sabemos vivir sin tener respuesta inmediata a nuestros estímulos. Y en cuanto algo no se satisface rápidamente nos frustramos ¿no es verdad?

Esto desde luego que es un obstáculo para nuestra vida interior si no lo comprendemos y actuamos en consecuencia.  Por ejemplo, el otro día estaba yo escuchando un disco en YouTube. Y después de cada canción había un silencio muy largo. Mi reacción instantánea fue salir de allí y buscar otro vídeo. Pero esto me dio mucho que pensar. ¿No es verdad que huimos del silencio, de la inactividad, que no podemos estar sin oír algo, sin ver algo, sin sentir algo? 

Y entonces nos puede parecer que nuestra vida de oración es seca porque estamos acostumbrados a estar llenos siempre en nuestra parte sensitiva. Pero precisamente tenemos que vaciarnos para que Dios pueda entrar, tenemos que apagar los sentidos para comunicarnos a un nivel trascedente por encima de ellos.  ¿Y cómo vamos a hacerlo si cada vez que experimentamos el silencio o el vacío salimos corriendo?

Entonces lo que llamamos nosotros sequedad puede no serlo, es simplemente un estado natural y necesario para que Dios pueda comunicarse con nosotros, pero dado en la época en que vivimos no percibimos la sequedad de la misma forma que la percibía en tiempos de San Juan de la Cruz. 

Por eso yo creo que en este tema tenemos que hilar muy fino. Y es necesaria una labor de educación de los sentidos como fase previa a una vida espiritual más profunda.

Se trata de reflexionar sobre esto y distinguir las cosas. El tiempo que vivimos es el tiempo en el que podemos ser santos. Pero necesitamos ir educando nuestros sentidos y en esto San Juan de la Cruz es un maestro. El santo en sus obras suele hacer una cosa,  va de atrás a adelante. Es decir, está hablando del matrimonio espiritual y tiene que volver hacia atrás para hablar de que para llegar a este estado primero hay que pasar por una educación afectiva y una purificación.

Por eso nosotros hacemos igual, estamos hablando de un paso del estado de principiantes al de aprovechados por medio de la purificación purgativa de la noche oscura, pero hacemos un alto y decimos, a ver, que a lo mejor estamos todavía en el período de principiantes y lo único que nos ocurre es que nos parece la oración seca porque no tenemos los sentidos educados. Y no pasa nada el caso es darse cuenta.

Por eso voy a recordar hoy las tres señales que nos enseña el santo por las que el alma puede reconocer si verdaderamente esa sequedad y oscuridad se deben a que Dios las está metiendo por el camino de la purgación sensitiva o se trata simplemente de un estado de tibieza o flojedad espiritual.

Estas tres señales las describe el santo en dos de sus obras, en “Subida la Monte Carmelo” y en “Noche Oscura”. Cito ahora lo que explica en  Noche Oscura, lo pongo entero aunque sea largo porque merece la pena leerlo despacio y meditarlo. Hay que leerlo tal vez varias veces para entenderlo. Y como San Juan de la Cruz decía a cada uno le sonará en el alma de forma distinta, es el Espíritu Santo el que nos habla.

Podemos poner ahora en juego lo que hemos dicho de la educación de los sentidos. Si a primera vista te parece complicado y te dan ganas de no leerlo, haz el esfuerzo de leerlo y tratar de entenderlo, así vamos educando los sentidos, es un ejemplo práctico:

  • Pero, porque estas sequedades podrían proceder muchas veces no de la dicha noche y purgación del apetito sensitivo, sino de pecados e imperfecciones o de flojedad y tibieza, o de algún mal humor o indisposición corporal, pondré aquí algunas señales en que se conoce si es la tal sequedad de la dicha purgación, o si nace de algunos de los dichos vicios. Para lo cual hallo que hay tres señales principales:
  • La primera es si, así como no halla gusto ni consuelo en las cosas de Dios, tampoco le halla en alguna de las cosas criadas; porque, como pone Dios al alma en esta oscura noche a fin de enjugarle y purgarle el apetito sensitivo, en ninguna cosa le deja engolosinar ni hallar sabor. Y en esto se conoce muy probablemente que esta sequedad y sinsabor no proviene ni de pecados ni de imperfecciones nuevamente cometidas; porque, si esto fuese, sentirse hía en el natural alguna inclinación o gana de gustar de otra alguna cosa que de las de Dios; porque, cuando quiera que se relaja el apetito en alguna imperfección, luego se siente quedar inclinado a ella, poco o mucho, según el gusto y afición que allí aplicó. Pero, porque este no gustar ni de cosa de arriba ni de abajo podría provenir de alguna indisposición o humor melancólico, el cual muchas veces no deja hallar gusto en nada, es menester la segunda señal y condición.
  •  La segunda señal para que se crea ser la dicha purgación es que ordinariamente trae la memoria en Dios con solicitud y cuidado penoso, pensando que no sirve a Dios, sino que vuelve atrás, como se ve en aquel sinsabor en las cosas de Dios. Y en esto se ve que no sale de flojedad y tibieza este sinsabor y sequedad; porque de razón de la tibieza es no se le dar mucho ni tener solicitud interior por las cosas de Dios. De donde entre la sequedad y tibieza hay mucha diferencia; porque la que es tibieza tiene mucha flojedad y remisión en la voluntad y en el ánimo, sin solicitud de servir a Dios; la que sólo es sequedad purgativa tiene consigo ordinaria solicitud con cuidado y pena, como digo, de que no sirve a Dios. Y ésta, aunque algunas veces sea ayudada de la melancolía u otro humor, como muchas veces lo es, no por eso deja de hacer su efecto purgativo del apetito, pues de todo gusto está privado, y sólo su cuidado trae en Dios; porque, cuando es puro humor, sólo se va en disgusto y estrago del natural, sin estos deseos de servir a Dios que tiene la sequedad purgativa, con la cual aunque la parte sensitiva está muy caída y floja y flaca para obrar por el poco gusto que halla, el espíritu, empero, está pronto y fuerte.
  •  Porque la causa de esta sequedad es porque muda Dios los bienes y fuerza del sentido al espíritu, de los cuales, por no ser capaz el sentido y fuerza natural, se queda ayuno, seco y vacío. Porque la parte sensitiva no tiene habilidad para lo que es puro espíritu, y así, gustando el espíritu se desabre la carne y se afloja para obrar; más el espíritu que va recibiendo el manjar, anda fuerte y más alerto y solícito que antes en el cuidado de no faltar a Dios, el cual, si no siente luego al principio el sabor y deleite espiritual, sino la sequedad y sinsabor, es por la novedad del trueque; porque, habiendo tenido el paladar hecho a esotros gustos sensibles (y todavía tiene los ojos puestos en ellos), y porque también el paladar espiritual no está acomodado ni purgado para tan sutil gusto, hasta que sucesivamente se vaya disponiendo por medio de esta seca y oscura noche no puede sentir el gusto y bien espiritual, sino la sequedad y sinsabor, a falta del gusto que antes con tanta facilidad gustaba.
  • Porque éstos que comienza Dios a llevar por estas soledades del desierto son semejantes a los hijos de Israel, que luego que en el desierto les comenzó Dios a dar el manjar del cielo, que de suyo tenía todos los sabores, y, como allí dice (Sab. 16, 20-21), se convertía al sabor que cada uno quería, con todo, sentían más la falta de los gustos y sabores de las carnes y cebollas que comían antes en Egipto, por haber tenido el paladar hecho y engolosinado en ellas, que la dulzura delicada del maná angélico, y lloraban y gemían por las carnes entre los manjares del cielo (Núm. 11, 4-6). Que a tanto llega la bajeza de nuestro apetito, que nos hace llorar nuestras miserias y fastidiar el bien incomunicable del cielo.
  • Pero, como digo, cuando estas sequedades provienen de la vida purgativa del apetito sensible, aunque el espíritu no siente al principio el sabor por las causas que acabamos de decir, siente la fortaleza y brío para obrar en la sustancia que le da el manjar interior, el cual manjar es principio de oscura y seca contemplación para el sentido; la cual contemplación, que es oculta y secreta para el mismo que la tiene, ordinariamente, junto con la sequedad y vacío que hace al sentido, da al alma inclinación y gana de estarse a solas y en quietud, sin poder pensar en cosa particular ni tener gana de pensarla. Y entonces, si a los que esto acaece se supiesen quietar, descuidando de cualquier obra interior y exterior, sin solicitud de hacer allí nada, luego en aquel descuido y ocio sentirán delicadamente aquella refección interior; la cual es tan delicada que, ordinariamente, si tiene gana o cuidado en sentirla, no la siente; porque, como digo, ella obra en el mayor ocio y descuido del alma; que es como el aire, que, en queriendo cerrar el puño, se sale.
  •  Y a este propósito podemos entender lo que a la Esposa dijo el Esposo en los Cantares (6, 4): Aparta tus ojos de mí, porque ellos me hacen volar; porque de tal manera pone Dios al alma en este estado y en tan diferente camino la lleva, que, si ella quiere obrar con sus potencias, antes estorba la obra que Dios en ella va haciendo, que ayuda; lo cual antes era muy al revés. La causa es porque ya en este estado de contemplación, que es cuando sale del discurso y entra en el estado de aprovechados, ya Dios es el que obra en el ánima, porque por eso la ata las potencias interiores, no dejándole arrimo en el entendimiento, ni jugo en la voluntad, ni discurso en la memoria. Porque, en este tiempo, lo que de suyo puede obrar el alma no sirve sino, como habemos dicho, de estorbar la paz interior y la obra que en aquella sequedad del sentido hace Dios en el espíritu. La cual, como espiritual y delicada, hace obra quieta, delicada, solitaria, satisfactoria y pacífica, muy ajena de todos esotros gustos primeros, que eran muy palpables y sensibles; porque es la paz ésta que dice David (Sal. 84, 9) que habla Dios en el alma para hacerla espiritual. Y de aquí es la tercera.
  • La tercera señal que hay para que se conozca esta purgación del sentido es el no poder ya meditar ni discurrir en el sentido de la imaginación, como solía, aunque más haga de su parte. Porque, como aquí comienza Dios a comunicarse, no ya por el sentido, como antes hacía por medio del discurso que componía y dividía las noticias, sino por el espíritu puro, en que no cae discurso sucesivamente, comunicándosele con acto de sencilla contemplación, la cual no alcanza los sentidos de la parte inferior, exteriores ni interiores, de aquí es que la imaginativa y fantasía no pueden hacer arrimo en alguna consideración ni hallar en ella pie ya de ahí adelante.
  •  En esta tercera señal se ha de tener que este empacho de las potencias y del gusto de ellas no proviene de algún mal humor; porque, cuando de aquí nace, en acabando aquel humor (porque nunca permanece en un ser), luego con algún cuidado que ponga el alma vuelve a poder lo que antes, y hallan sus arrimos las potencias, lo cual en la purgación del apetito no es así, porque, en comenzando a entrar en ella, siempre va delante el no poder discurrir con las potencias. Que, aunque es verdad que, a los principios, en algunos, a veces no entra con tanta continuación que algunas veces dejen de llevar sus gustos y discursos sensibles, porque, por ventura, por su flaqueza no convendría destetarlos de un golpe, con todo van siempre entrando más en ella y acabando con la obra sensitiva, si es que han de ir adelante. Porque los que no van por camino de contemplación muy diferente modo llevan, porque esta noche de sequedades no suele ser en ellos continua en el sentido, porque, aunque algunas veces las tienen, otras veces no; y aunque algunas no pueden discurrir, otras pueden; porque, como sólo les mete Dios en esta noche a éstos para ejercitarlos y humillarlos y reformarles el apetito porque no vayan criando golosina viciosa en las cosas espirituales, y no para llevarlos a la vida del espíritu, que es la contemplación (porque no todos los que se ejercitan de propósito en el camino del espíritu lleva Dios a contemplación, ni aún la mitad: el por qué, él se lo sabe), de aquí es que a éstos nunca les acaba de hecho de desarrimar el sentido de los pechos de las consideraciones y discursos, sino algunos ratos a temporadas, como habemos dicho." (Noche oscura, Canción 1, Libro 1, Capítulo 9)

Para terminar, como siempre os pido vuestros comentarios, preguntas, inquietudes que tanto nos ayudan a todos. Y hoy os pido una oración especial por Romina, miembro de nuestra comunidad que se encuentra ahora mismo hospitalizada por un embarazo de riesgo y en el que tal vez se adelante el nacimiento de su hija. Pedimos por las dos.

¡Hasta la próxima semana!


Oración de la comunidad

Jesús tu nombre me sana

Jesús, repito tu dulce Nombre, tranquilamente, empiezo a descansar en Ti, confío en Ti. Jesús, Tu sabes que estoy lleno de preocupaciones. Respiro suavemente , repito tu dulce Nombre y pongo todo el peso de mis ansiedades en tu hombro divino. Y ahora apoyo mi rostro en tu regazo y me dejo acariciar por tu mano dulce que me da tanta seguridad. Oigo tu voz suave que me dice que nada tema que Tú estás aquí conmigo. Jesús, Jesús, Jesús...

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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