Evangelio según San Mateo 23,1-12.

Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:
"Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés;
ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen.
Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos;
les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas,
ser saludados en las plazas y oírse llamar 'mi maestro' por la gente.
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar 'maestro', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos.
A nadie en el mundo llamen 'padre', porque no tienen sino uno, el Padre celestial.
No se dejen llamar tampoco 'doctores', porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.
Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros,
porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".

Comentario del Evangelio

Isaac el Sirio (siglo VII), monje cercano a Mossoul
Discursos ascéticos, 1ª serie, nº 20

La humildad es una fuerza secreta que reciben los santos cuando han sabido llevar bien la ascesis de su vida. En efecto, este poder no se da si no a los que llegan a la perfección de la virtud por la fuerza de la gracia... Es el mismo poder que recibieron los bienaventurados apóstoles en forma de fuego. En efecto, el Salvador les había ordenado que no se marcharan de Jerusalén hasta que no recibieran la fuerza de lo alto (Hch 2,3; 1,4). Jerusalén significa aquí la virtud. El poder es la humildad. Y la fuerza de lo alto es el Paráclito, es decir, el Espíritu Consolador.

Ahora bien, esto es lo mismo que había dicho la Escritura Santa: los misterios se revelan a los humildes. Es a los humildes a los que se les concede recibir este Espíritu de las revelaciones que les descubre los misterios. Por eso los santos han dicho que la humildad es la que realiza en las almas la contemplación divina. Que nadie, pues, se imagine que ha alcanzado la talla suficiente de humildad porque en algún momento le haya venido un pensamiento de compunción, o porque haya derramado algunas lágrimas... Sino que si un hombre ha vencido a todos los espíritus contrarios..., si cuando ha derrotado o sometido todas las fuerzas enemigas, entonces siente que ha recibido esta gracia, cuando «el Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde» (Rm 8,16) según la misma palabra del apóstol Pablo, ésta es la perfección de la humildad. Bienaventurado el que la posee. Porque siempre se apoya en el pecho de Jesús (cf. Jn 13,25).


    

Oración de la comunidad

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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