2. "Dejemos que Dios nos rebalse"

El padre Patricio Burich, diácono en tránsito al momento de grabar esta charla, nos invita a estar atentos a las invitaciones que nos hace Dios y darnos cuenta de lo amados que somos por él.

El padre nos dice que no le daba mucha relevancia a Dios en su vida, pero podemos ver cómo inconscientemente dejaba espacio a la posibilidad de que Dios se hiciera presente.

¿Le dejo espacio a Dios para actuar en mi vida?

Es importante dar oportunidad a todos, no pensar en “casos perdidos'' .En el testimonio del Padre “Pato”, podemos ver como su madre nunca dejó de intentar incluir a Dios en la vida de su hijo. Cada uno de nosotros tenemos esta misma labor con la gente que está alrededor nuestro. Como católicos, debemos ser agentes evangelizadores, y para lograrlo debemos confiar en todos y todas, entender que Dios todo lo puede.

¿Somos agentes evangelizadores en nuestro día a día? ¿Hay alguien en nuestro círculo que necesite esta alegría en Dios? ¿Le estoy ayudando a conseguirla?

También nos muestra la felicidad como amor de Dios, y lo importante que es aprender a ser felices poniendo nuestro corazón en las “cosas reales”, no dejarnos llevar por las cosas que parecen llevarnos a la felicidad, pero que no son verdaderamente lo que estamos buscando.

¿Siento el amor de Dios presente en mi vida? ¿Puedo distinguir las “cosas reales” de las que habla el padre?

“Señor, quiero poner toda mi vida en ti, tú eres el único que me puede dar esa felicidad” (P.Burich)

Oración de la comunidad

Oración por la felicidad

Señor, hoy vengo ante Ti, me rindo a tus pies para que guíes mis pasos. Enséñame a recorrer tus caminos, no quiero vivir lejos de Ti, de tu amor, de tu abrazo consolador. Ven y cambia mi corazón, reconozco que en mucho te he fallado, pero tu amor puede levantarme, puede sanarme y puede transformarme. Ven y enséñame a amar, a entender que sólo en Ti, encontraré verdadera felicidad, que sólo Tú puedes cambiar mi vida y mostrarme lo que mejor me conviene. Deseo abrir la puerta de mi corazón a tu presencia renovadora, al manantial de gracias que derramas a través de tus sacramentos. Concédeme el don de la alegría. Sana las heridas de mi corazón que han sembrado miedo y dolor, para poder así actuar con todas las capacidades que me has regalado. Confío en tu amor. Tú eres el dueño de mi vida. Amén Por Qriswell J. Quero

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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Felicidad en Cristo

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