Fiesta de la Asunción
ORACIÓN CON MARÍA
Medita
María, la madre de Jesús sube al cielo. Es lo que celebramos en esta fiesta tan popular llamada la “Virgen de Agosto”, la madre de todos los hombres y mujeres.
Elegida para ser la Madre del Hijo de Dios, María estuvo preparada desde siempre para ser Arca de la Alianza entre Dios y los hombres.
“María nos abre a la esperanza, a un futuro lleno de alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo; María, el arca de la alianza que está en el santuario del cielo, nos indica con claridad luminosa que estamos en camino hacia nuestra verdadera Casa, la comunión de alegría y de paz con Dios”. Homilía de Benedicto XVI (2010)
María con su “hágase en mí según tu palabra”, hace nuevo el proyecto de Dios en su vida, nos recuerda la capacidad de acoger lo nuevo. Cuando se vive desde el corazón de Dios se puede acoger lo nuevo, lo desconocido.
María, anunciadora de un mundo nuevo hace que seas tú, ahora, en tu momento en el hoy que vives, a quien se le anuncia el ángel.
Oramos con María. Escuchamos con María… Decimos con María internamente estas frases de la Anunciación Lc 1, 26-38.
Acoge
QUIERO ESCUCHAR COMO MARÍA:
Alégrate,llena de gracia, el Señor está contigo…
No temas…, (nuestros nombres), porque has hallado gracia delante de Dios…
El Espíritu vendrá sobre ti…
Para Dios no hay nada imposible…
Feliz porque has creído…
Felices los que escuchan la Palabra y la ponen en práctica.
Reza
Dios te salve María, llena eres de gracia el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Acoge
QUIERO DECIR COMO MARÍA:
¿Cómo será eso?
Hágase en mí tu Palabra.
Engrandece mi alma al Señor…
Mi espíritu se alegra en Dios mi salvador…
No tienen vino…
Haced lo que Él os diga…
Reza
Dios te salve María, llena eres de gracia el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Acoge
Para ver bien… hay que cerrar los ojos.
Si cierra los ojos… ¿Qué “ves”? “Lo esencial es invisible a los ojos”.
Nuestros ojos ven tantas cosas
que corremos el riesgo de convertir
el mundo en una enorme pantalla televisiva y que la realidad
nos resbale y no nos cale.
María guarda las cosas importantes en el corazón y así, desde el silencio y la contemplación. Se deja interpelar por ellas y aprende a mirarlas desde Dios.
Reza
Dios te salve María, llena eres de gracia el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Acoge
Para acoger… hay que vaciar las manos.
¿Puedes coger algo con las manos llenas?
¡Imposible! ¡Y tenemos tantas cosas, Señor!
Sí, lo que atrapas te atrapa.
María, con su “hágase en mí según tu Palabra”
Se vacía de todos sus planes y proyectos
y se hace disponible a Dios y se deja hacer por Él.
Entonces el Hijo de Dios, su Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.
Reza
Dios te salve María, llena eres de gracia el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Acoge
Para amar… hay que tener libre el corazón.
Recuerda personas a las que te cuesta perdonar…
¡Qué difícil es que entren en tu corazón!
¿Aún no te lo ha ensanchado Dios?
“Todo el corazón tiene un hueco del tamaño de Dios”
Cuando Dios lo moldea se hace universal, sin fronteras.
María se deja seducir por Dios y Él le da un corazón de Madre,
en el que cabemos todos.
Reza
Dios te salve María, llena eres de gracia el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Acoge
Para irradiar a Dios… hay que ser transparente.
Cuando te pones al sol, dejas que su luz te abrace y te penetre.
No puede entrar la luz de Dios sin abrir las ventanas del corazón.
Hay que dejarse “broncear” por el son de Dios para coger su color.
María sabe abrirse al fuego del Espíritu para que obre en ella,
y en su interior se encarne la Palabra, se engendra la Vida.
La luz no puede guardarse y María la regala.
Reza
Dios te salve María, llena eres de gracia el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
CANTO: Magnificat
Madre del Nuevo Mundo
Estamos otra vez en el Principio
y nace el mundo, nuevo, del seno de tu Gracia,
hermosamente grande y sin fronteras.
¡Que callen los profetas fatídicos! Cabemos
todos juntos, hermanos, en la mesa que el Padre ha abastecido.
¡Que calle todo miedo, para siempre!
Los átomos dispersos se engarzarán, sumisos, en tu manto;
y el cielo, descubierto en mil caminos,
se hará pista a tus viajes de ¡da y vuelta -de Dios hasta los hombres-¡nostalgia nuestra, Asunta!
…Dios llega al aeropuerto de la Historia;
a tiempo en todo Tiempo, el heredado pulso de tu sangre.
Los sellos del Concilio acuñan tu figura sobre la piel lavada de la Iglesia,
y llega una corona de voces alejadas, en pleamar dichosa,
al pie de tu Misterio…
Estamos otra vez en el Principio y ha empezado tu era:
¡por derecho de Madre tú patentas la luz amanecida!
Pedro CASALDÁLIGA
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6