Voy a tu encuentro
Juan 4,1-45 Voy a hacer mi oración lentamente sobre este pasaje tan humano del encuentro de Jesús y la mujer samaritana. Trato de leer con atención el texto y puedo seguir el modo que San Ignacio nos propone de contemplación:
• Tomar parte en lo que acontece en el pasaje que me presenta el Evangelio. Miro lo que pasa y sucede. Veo y me fijo en las personas, lo que hacen, cómo se sienten, cómo llegan, lo que hablan. Me voy a fijar en dos personas muy importantes en el pasaje del Evangelio: la samaritana y Jesús.
• La mujer samaritana: era mujer con problemas y marginada. En aquella época se veía muy mal que una mujer pudiera salir a la calle a ciertas horas y a ciertas actividades. Y como mujer marginada, se veía muy mal que un hombre conversara con ella.
• Jesús: sale al encuentro, no le importa lo que la gente pueda pensar o decir de él. Es libre y quiere ayudar a una persona en necesidad. Jesús es cordial y se hace cercano a la mujer.
• Le pido a Jesús que yo tenga la misma experiencia que la samaritana, pues Él me la quiere regalar
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6