Evangelio según San Mateo 20,20-28.

La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo.
"¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda".
"No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". "Podemos", le respondieron.
"Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre".
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos.
Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes;
y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo:
como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".

Comentario del Evangelio

San Basilio (c. 330-379), monje y obispo de Cesárea en Capadocia, doctor de la Iglesia
Homilía sobre el salmo 115 (Lectionaire Festif de Dieu et Commentaires III, Homélie sur le psaume 115, Solesmes), trad. sc©evangelizo.org

“¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo?” (Sal 116 (114-115),12). Ni sacrificios ni holocaustos ni observancias del culto legal, solamente con toda mi vida. Por eso dice el salmista “alzaré la copa de la salvación” (cf. Sal 116,13). El salmista llama “su copa” al trabajo que ha endurado en el combate de su devoción filial hacia Dios y a la constancia con que resistió al pecado, hasta la muerte.

A propósito de esta copa, el Señor mismo se expresa en los evangelios: “Padre mío, si es posible, que pase lejos de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Mt 26,39). Pregunta a los discípulos: “¿Pueden beber a la copa que beberé?”. Se refería a la muerte que iba a sufrir por la salvación del mundo. Por eso dice “alzaré la copa de la salvación”. Es decir, de todo mi ser estoy sediento, tendido hacia la consumación del martirio, al punto que considero los tormentos endurados en el combate de amor filial como un reposo del alma y del cuerpo y no como un sufrimiento. Yo mismo me ofreceré al Señor como sacrificio y oblación (…). Estoy listo para testimoniar de esas promesas delante de todo el pueblo, porque “cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo su pueblo” (Sal 116,14)


    

Oración de la comunidad

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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