Evangelio según San Mateo 11,25-30.

Jesús dijo:
"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños.
Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar."
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.
Porque mi yugo es suave y mi carga liviana."

Comentario del Evangelio

San Máximo el Confesor (c. 580-662), monje y teólogo
Filocalia, “Interpretación del Padre Nuestro” (Philocalie des Pères neptiques; DDB-Lattès), trad. sc©evangelizo.org

Está escrito: “¿Dónde estará el lugar de mi reposo? Hacia quien vuelvo la mirada es hacia el pobre, de espíritu acongojado, que se estremece ante mis palabras” (cf. Is 66,1-2). Está claro que el Reino de Dios Padre pertenece a los humildes y pacientes. Está escrito: “Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia” (Mt 5,5). (…)

La tierra, es el estado y potencia firmes e inmutables, suscitados por la belleza y por la rectitud de los que son pacientes. Ella está siempre con el Señor, lleva una alegría continua, ha conquistado el Reino preparado desde el origen y fue hecha digna del lugar y orden del cielo. Tal es una tierra que situada en medio del universo es razón de virtud. El hombre paciente que está en medio, entre la alabanza y la difamación, permanece impasible: ni vanidoso por la alabanza ni triste por la difamación. Después de haber rechazado el deseo de las cosas de las que ha sido liberada naturalmente, la razón no siente los ataques cuando la molestan: descansa de sus agitaciones y ha transportado la potencia del alma al puerto de la libertad divina, liberada de inquietudes. Es la libertad que el Señor deseaba trasmitir a sus discípulos. Dijo: “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio” (Mt 11,28-29). Llama “alivio” a la potencia del Reino divino. Esta potencia suscita, en los que son dignos, una majestad libre de todo servilismo.

Si, al estado puro, la potencia indestructible del Reino es dada a los humildes y pacientes, ¿quién tendría tan poco amor y deseo de los bienes divinos, como para no tender al máximo hacia la humildad y paciencia y así convertirse en huella del Reino de Dios, en cuanto es posible al hombre? Entonces, por gracia, lleva en sí lo que le da una forma espiritual semejante a la de Cristo, quien es naturalmente por esencia el gran Rey.


    

Oración de la comunidad

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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