Extracto

Lo más divertido era vernos comprar las dos a la vez, en la tienda, los aguinaldos. Nos escondíamos cuidadosamente la una de la otra. Con sólo 50 céntimos teníamos que comprar, por lo menos, cinco o seis objetos diferentes, y la cuestión era quién compraría las cosas más bonitas. Encantadas con nuestras compras, esperábamos con impaciencia el primer día del año para poder ofrecernos una a otra nuestros magníficos regalos. La primera que se despertaba se apresuraba a felicitarle a la otra el año nuevo. Luego nos entregábamos los aguinaldos y las dos nos quedábamos extasiadas ante los tesoros que la otra había conseguido con 50 céntimos...

Manuscrito A Folio 24 v

Intención de Oración

Sólo por hoy, con la intercesión de Santa Teresita, acordémonos de la fascinación que teníamos para los momentos y las cosas sencillas cuando éramos niños. Para que la Virgen María nos de la gracia de tener esta admiración para lo sencillo de nuestra vida