Evangelio según San Mateo 10,37-42.

El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.
El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.
El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió.
El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo.
Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa".

Comentario del Evangelio

San Juan Crisóstomo (c. 345-407), presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía sobre los Actos de los Apóstoles, nº 45; PG 60, 318

«El que recibe a uno de esos pequeños, me recibe a mí» dice el Señor (Lc 10, 48). Cuanto más pequeño es el hermano, más presente está Cristo en él. Porque cuando uno recibe a un gran personaje, a menudo lo hace por vanagloria; pero el que recibe a un pequeñuelo, lo hace con pura intención y sólo por Cristo. «Fui un extranjero, dice él, y me acogisteis.» Y dice aún: «Cada vez que lo habéis hecho a uno de estos pequeños, es a mi que me lo habéis hecho» (Mt 25, 35-40). Puesto que se trata de un creyente y de un hermano, ese será el más pequeño, y es Cristo quien entra con él. ¡Ábrele tu casa, recíbele!

«El que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá paga de profeta.» Pues aquel que recibe a Cristo recibirá la paga de la hospitalidad de Cristo. No dudes de sus palabras, ten confianza en él. Él mismo nos ha dicho: «Soy yo quien está presente en ellos» Y para que no dudes de sus palabras, decreta un castigo para los que no lo reciben, y los honores para quienes le reciben (Mt 25, 31s) Y él no lo haría si no estuviera personalmente afectado por el honor o el menosprecio. «Tu me has recibido, dice, en tu casa; yo te recibiré en el Reino de mi Padre. Tú me has liberado del hambre; yo te liberaré de tus pecados. Me has visto encadenado; yo te haré ver tu liberación. Me has visto extranjero; yo haré de ti un ciudadano de los cielos. Tú me has dado pan; yo te daré el Reino como heredad en plena propiedad. Me has ayudado secretamente; yo lo proclamaré públicamente y diré que tú eres mi bienhechor y yo tu deudor.»


    

Oración de la comunidad

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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