No solo se trata de obras

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    En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. 

    Aquel día muchos dirán: "Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?" 

    Yo entonces les declararé: 'Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados." 

    El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. 

    El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.»

    Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como los escribas.

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    Si hay una palabra en el Evangelio que más nos hace reflexionar sobre nuestro presente, sobre nuestro actuar, sobre nuestra vida de forma completa y a la vez sobre nuestro futuro físico y espiritual; son las de hoy.

    Saber que no todo el que hace obras, o el que predica la palabra de Dios, o el que realiza actos asombrosos a los ojos de los hombres, -aún cuando todo esto lo haga en el nombre del Señor- tendrá necesariamente lugar con Él en el banquete celestial, es algo que debe conducirnos a una profunda reflexión. No estamos frente a una parábola, estamos frente a verdades absolutas que más adelante en el texto son afianzadas con ejemplos ilustrativos como acostumbra el Señor.

    Las obras, como todos sabemos, son necesarias para nuestra salvación, pues éstas dan testimonio de nuestra fe, de una fe viva, de un amor cristiano legítimo, no fingido. Pero, ¿pueden las obras en si mismas ser desaprobadas?

    Absolutamente, pues son validadas ante los ojos de Dios solo cuando están acompañadas de nuestra obediencia entera a El. Es nuestra conducta, nuestro meditar día y noche en sus preceptos lo que eleva nuestras obras como incienso hasta el cielo.

   Imaginé que usted ha llevado una ofrenda especial al altar, pero la leña para la hoguera está verde o húmeda. No podrá quemar la ofrenda y esto será lo mismo que nada. Podrá tratar de engañarse a usted mismo alabando su hermosa ofrenda, pero vamos, el sacrificio no se ha hecho. Así, su obediencia es la leña del sacrificio, su corazón dispuesto a cumplir y obedecer, su vida de obediencia y centrada en obedecer, hará que se encienda un fuego santo que consuma sus obras transformándolas en dulce aroma.

    Carísimos en Cristo, esto de obedecer, no es solo para los Domingos, no es solo cuando me acuerdo. Es para cada día, porque eso es amar a Dios de verdad. Además usted tampoco sabe cuándo el fin de su vida aquí tocará su puerta. Dejé de creer que la salvación puede aplazarse, que en obedecer puedo procastinar.

    Recuerden a Caín y Abel. Ambos dieron sacrificios, ambos cumplieron, pero solo uno fue aceptado, solo uno satisfizo a Dios.

    Amados, obras sí, pero con un corazón obediente que ama la disciplina, que busca predicar el evangelio con su misma vida.

Oración de la comunidad

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, todopoderoso. Desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia católica la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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