Dia 8: El Padre Pío y la Virgen María
El Padre Pío y la Virgen María
El Padre Pío siempre tuvo una tierna devoción y un amor muy grande a la Virgen María. Siendo sacerdote se consagró totalmente a ella.
«Si nosotros hacemos lo que siempre hemos hecho, lo que nuestros padres hicieron antes que nosotros, no podemos ir mal.» – Padre Pío de Pietrelcina
El Padre Pío siempre llevaba el Rosario en su mano como si fuera un arma contra el enemigo e hizo del Rosario su oración incesante. Cada día rezaba un número incontable de Rosarios, entre 15 y 34.
« Para entrar en el Paraíso se requiere algo muy importante… Hay que contar con el billete de acceso a la Santísima Virgen. Si esto se consigue, lo hemos conseguido todo…Ella es la Puerta del Cielo… Y el billete que te permite el ingreso en el Cielo es el Santo Rosario… » – Padre Pío de Pietrelcina
Meditación del octavo día
Mientras rezamos el Rosario, contemplamos los misterios y recorremos la vida y misión de Cristo y la Virgen María. Durante el rezo del Rosario hablamos con la Virgen Maria para que Ella interceda por nosotros ante Jesús.
« ¿si la Virgen Santa lo ha siempre calurosamente recomendado donde quiera que ha aparecido, no nos parece que deba ser por un motivo especial? » – Padre Pío de Pietrelcina
El Padre Pío conocía la importancia de la Virgen María en la vida de todo católico y la fuerza que el Rosario ejerce en nuestras manos. El Rosario es el arma contra Satanás.
Satanás quiere destruir esta oración, pero él nunca tendrá éxito. El Rosario es la oración de aquellos quienes triunfan sobre todo y todos. Fue la Virgen quien nos enseñó esta oración, tal como fue Jesús quien nos enseñó el Padre Nuestro.» – Padre Pío de Pietrelcina
Oración por la Comunidad Católica
Virtuosísimo Padre San Pío de Pietrelcina,
tú que adoraste a Nuestra Señora;
y que cada día te concedió gracias y consuelos
solamente por ELLA alcanzables.
Intercede ante la Virgen Santa, y pon en Sus manos
nuestros pecados y nuestras frías oraciones,
para que como en Caná de Galilea,
el Hijo le conceda a la Madre;
y entonces nuestro nombre será escrito
en el Libro de la Vida Eterna.
¡Amén!
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6