El Padre Pío frente a Dios

Dios concedió muchos dones al Padre Pío, como el don del discernimiento de las conciencias que le permitía leer los corazones de sus feligreses, las profecías, las sanaciones, el hablar en lenguas, leer idiomas que él no sabía, los milagros, el don de bilocación, visión de las almas del Purgatorio, difusión del olor de santidad (perfume a rosas que desprendía sus estigmas), comunicación visible y permanente con el Ángel de la Guarda, visiones del infierno y los condenados, etc. 

Sin embargo, el Padre Pío siempre se vio a sí mismo como un pequeño en manos de su Padre Dios.

«Lo importante es caminar con sencillez ante el Señor. No pidas cuenta a Dios, ni le digas jamás: ¿Por qué? Aunque te haga pasar por el desierto. Una sola cosa es necesaria: Estar cerca de Jesús. Si nos cita en la noche no rehusemos las tinieblas.» Padre Pío de Pietrelcina

Meditación del quinto día

Toda la vida del Padre Pío fue una entrega total a Dios y a la gente. Siguiendo el ejemplo de Jesús, el Padre Pío pasó toda su vida haciendo el bien.

«Si Dios nos ha llenado de dones y nos ha dado la voluntad, no podemos encerrar todo esto en un baúl y no dejar que dé el fruto que debe producir.» – Padre Pío de Pietrelcina

Para le Padre Pío solo Dios importaba, el no alteraba su vida por la influencia del mundo y siempre busco el llevar la mayor cantidad de gente posible a la reconciliación con Dios.

El Padre Pío es un guía ideal para llevarnos hacia Dios, a través de Jesús y María.

«Siempre mantente unido a la Santa Iglesia Católica, porque sólo ella puede salvarte, porque sólo ella posee a Jesús Sacramentado, que es el verdadero príncipe de la paz. Fuera de la Iglesia Católica, no hay salvación, ella te da el bautismo, el perdón de los pecados, el Cuerpo, la sangre, el Alma, y la Divinidad de Jesucristo, concediéndote por tanto la vida eterna; y todos los santos sacramentos para llevar una vida de santidad.» – Padre Pío de Pietrelcina

Oración por la Santidad

Santísimo Padre San Pío de Pietrelcina, 

tú que estas cerca de Dios, 

y has tenido la santidad y resistencia 

ante las tentaciones del maligno. 

Ruega a Dios por nosotros, 

para que con tu ayuda 

tengamos fortaleza espiritual 

para renunciar al pecado 

y para conservar la fe 

hasta el día de nuestra muerte.

¡Amén!