En aquellos días, los apóstoles fueron conducidos a comparecer ante el Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó, diciendo:
¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre».

Pedro y los apóstoles replicaron:
Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. 

El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen».
Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y trataban de matarlos.

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Uno de los dilemas de nuestras agitadas y "productivas" vidas, es cuando poner las cosas de Dios primero que las del mundo. Vivimos en un sistema que designa, ya sea democrática o dictatorialmente, autoridades a las cuales debemos por el bien particular y el común someternos. La Biblia incluso nos enseña que toda autoridad es impuesta por Dios con un fin que como todo cuanto existe, El gobierna.

Se que ante esto nos preguntaremos sobre las autoridades corruptas, y sí,  en efecto estas también sirven de propósito a los planes que Dios tiene con nosotros. Si no me creen, solo examinemos  algunos ejemplos bíblicos: Nabucodonosor, El Faraón,  Darío, Pilatos, Saúl, Artajerjes, etc. 

Pero en medio de autoridades que desafían los principios de Dios, se levantan cristianos firmes dispuestos no a desafiar esas autoridades, sino a mantenerse íntegros, fieles y firmes a quien es la autoridad ante la que toda autoridad responde: Nuestro Creador.

Es momento de que entendamos cuál es el lugar de Dios en nuestras vidas; ya basta de excusas, de escudarnos en que desobedecimos a Dios porque nuestro jefe en el trabajo o nuestro padre en la casa nos obligó.

Cuantos no guardamos el día de reposo como Dios manda para hacer actividades del trabajo porque es que nuestro jefe nos lo pidió, y si lo le cumplo me despide y si me despide, ¿Con qué he de comer? Cuando usted piensa así, lo solo desobedece el mandamiento de Dios, sino que además le llama mentiroso, pues está reconociendo que usted mismo es quien se sostiene, y que su jefe tiene más autoridad sobre usted que Dios. Esta colocando a su jefe por encima de Dios.

Otros casos muy comunes, de personas que viven juntos sin estar casados, lo que hoy llaman "unión libre"; un término que carece de sentido pues la verdadera unión en libertad absoluta es el matrimonio. Y cuando preguntamos ¿Por qué  no se casan? Responden que están ahorrando, que aún no están seguros,  que quieren probar primero un tiempo, que le tienen miedo al compromiso aún cuando ya tienen hijos abordo. Esto es simplemente fornicación nos guste o no la palabrita. Y Dios no se complace en ella. Pero nos importa más no romper el corazón de mi pareja, que romper el corazón de Dios. Nos importa más complacer a la pareja que a Dios.

Mis hermanos, las cosas con Dios siempre han sido claras y transparentes. No hay que estudiar teología o recurrir a exégesis profunda para que usted pueda, aún en su ignorancia más crasa y supina saber que Robar, Matar, Fornicar, Adulterar, No ir a misa, etc son pecados y que su práctica consciente es pecado de muerte.

¿Sabe cuál es la característica fundamental de un mártir Cristiano? La templanza, para poder mantenerse firme obedeciendo a Dios antes que a nadie más.

Pensemos por un momento en Moises, Noé, Abraham, Sadrac, Mesac, Abednego, Daniel, José, Job, David, Pablo, Jesús, etc.

¿Se imaginan a alguno de ellos apostatando de la fe solo para complacer al gobernante de turno, o a Pedro diciéndole a la esposa que no saldría ese día a llevar el evangelio para complacerla? NO.

Dios está primero que su trabajo, su dinero, su figura 90-60-90, su salud, sus hijos, sus padres, su pareja, primero que usted mismo; y la razón es simple: nada es suyo, ni usted se pertenece a usted mismo.

Que nada que no sea Dios, nos detenga de hacer aquello que complace la voluntad de Dios. Es preferible un millón de corazones humanos rotos, que una sola lágrima  de nuestro Señor.