Vocación al Amor 3 y última
La providencia de Dios es dueña de todo lo creado, y nada haremos que pare el designo de Dios. Elegimos encerrarnos en el calabozo del barco que Dios maneja y lleva a su destino; o elegimos tirarnos por la borda y abandonar el barco. Si no hay nadie para remar, saltará el viento, pero Dios nos invita a aliarse con Él; sacar los remos; ser misioneros y testigos de su amor en medio de los hombres. Para lograrlo, tenemos que empezar por convertir nuestro propio corazón y aprender a amar.
«Delante de tus ojos, ya no enrojeceremos a causa del antiguo pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo el corazón soberbio y harás un pueblo humilde de corazón sincero.
En medio de las gentes, nos guardas como un resto para cantar tus obras y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva para los cielos nuevos; sacerdotal estirpe, según tu Priogénito.
¡Exulten mis entrañas! ¡Alégrese mi pueblo! Porque el Señor que es justo revoca sus decretos;
La salvación se anuncia donde acechó el infierno, porque el Señor habita en medio de su pueblo.» (Himno, Laudes de este día)
¡Buenos días en el Señor! Unidos en la oración
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6