En este camino cuaresmal nos encontramos hoy con la Solemnidad de San José. Ocasión para unirnos al padre que Jesús tuvo en su paso por este mundo...

La liturgia de hoy nos acerca a la figura de San José. Les propongo una lectura serena de una parte del Evangelio: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.». 

Puede ayudarnos detenernos a pensar en José. El hombre justo de la descendencia de David a quién el Padre confió el cuidado de María y de Jesús. José recibió la misión de acoger a María y ser el padre, en la tierra, del Hijo de Dios. Jesús no sólo se hizo hombre, sino que fue hijo de unos padres humanos. Dice el Evangelio que junto a ellos fue creciendo en sabiduría y en gracia, de ellos aprendió sin duda muchas cosas.  

José, que al inicio había decidido repudiar a María en secreto, cuándo recibe la revelación del ángel, no duda en hacer lo que le había mandado el ángel del Señor. Tenemos mucho que aprender de él. Con su manera discreta de acompañar a Jesús, nos enseña la importancia de la familia.

Claves para el camino: Hoy es un bonito día para pensar y agradecer a Dios por la propia familia. Revisitar en la oración cómo está nuestra relación con nuestro padre e intentar establecer algún vínculo con él. Si sigue en este mundo puede ser un buen día para retomar contacto, sanar nuestra relación o al menos dar algún paso. Si no está en este mundo, elevar una oración hacia él y agradecerle el don de la vida. 

¡BUEN CAMINO HACIA LA PASCUA!