Una cuaresma pascual

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Jesús, en el evangelio de hoy, nos invita a subir al monte tabor. Lugar de la trasfiguración... Ahí podremos escuchar de nuevo la voz del Padre: "Éste es mi Hijo, el elegido, escuchadle"

Poco antes de este momento Jesús había comenzado a anunciar su pasión, muerte y resurrección. Muchas veces creemos y decimos que sólo había hablado de cruz. Pero Jesús no habló de la cruz sin hablar de la resurrección. 

En la trasfiguración, pareciera que Jesús quisiera que sus íntimos hicieran esta experiencia: Cruz- gloria, muerte- vida, oscuridad-luz. "En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar". Hoy Jesús nos invita también a subir con Él. A ser testigos de su oración y aprender de ella. 

Acerquémonos pues e intentemos en un primero momento observar lo que pasa: "Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria...". Moisés y Elías son grandes figuras del Antiguo Testamento que nos recuerdan que Jesús viene a cumplir todo lo que se había anunciado antes. 

Intentemos escuchar lo que dicen: "...hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén".

Hay luz y gloria, se habla de cruz y muerte.  "Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él". Muchas veces, también nosotros nos caemos de sueño y podemos pasar por alto momentos importantes... Ellos se espabilaron y debieron sentir una presencia tan grande de Dios que Pedro le dijo a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» 

Pedro seguía hablando cuando llegó una nube y los cubrió. Y cubiertos por esa nube escucharon la voz del Padre que decía: «Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.». Jesús estaba solo, los discípulos en silencio.

Debió ser un momento muy fuerte en la vida de los discípulos, una Pascua anticipada. En este momento hay un contraste fuerte. Jesús sabe que va a sufrir su pasión, pero también sabe que va a resucitar y que su muerte es para dar vida. Su diálogo con Moisés y Elías lo inscribe en la gran cadena de la salvación. La voz del Padre nos confirma, como en el bautismo, que es Su Hijo amado el que va a la pasión y que como Hijo amado, entrará en su gloria.  La presencia de los discípulos los inscribe también es esa cadena. Este tiempo de oración, te inscribe también en esa realidad. El Padre te dice hoy, escucha a Jesús y podrás también tu ser mi hijo amado. 

Claves para el camino: En este segundo domingo de Pascua puede ayudarte ver de qué manera tu oración es transfigurante. Es decir, de que manera tu oración, aunque no cambie la realidad, te ayuda a vivirla de una manera distinta, con fe, como hijo amado. Para Jesús, la oración no fue nunca algo que le quitara las dificultades, era un momento para unirse al Padre y sacar de Él las fuerzas para vivir esas dificultades.  

¡BUEN CAMINO HACIA LA PASCUA!

Oración de la comunidad

Padre nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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