La dirección espiritual

Queridos amigos:

En esta sociedad nuestra que tanto valora y proclama la igualdad nos olvidamos de proclamar que a la vez todos somos distintos. Y cada uno es único e irrepetible. No existe un camino espiritual igual para todos. Cada uno tiene el suyo. Y es Dios el que conoce las características intrínsecas de cada alma, su historia, sus orígenes, sus peculiaridades y a dónde la quiere llevar

A veces se da por sentado que todas las almas siguen un mismo camino o se encuentran en una misma etapa espiritual. Y no es así. Y el Espíritu Santo se acomoda a cada alma, pero hay directores, acompañantes, líderes de grupo y personas en general que impiden esa acción del Espíritu. He dicho impiden, pero más bien es que dificultan. 

Estas dificultades que encuentran las almas en su camino espiritual suelen ser muy dolorosas para ellas, pero a la vez forman parte del plan de Dios en su vida. 

Por ejemplo, Santa Teresa de Jesús tuvo muchos impedimentos de este tipo con sus directores espirituales. La confundían, le decían que era del demonio lo que en realidad era de Dios, y ella obedecía. La aconsejaban que cuando tuviese movimientos espirituales los rechazara, pero cuanto más los rechazaba más gracias le daba Dios. Y así fue recorriendo ese camino tortuoso que le hizo sufrir mucho. El gran teólogo Antonio Royo Marín solía decir que Santa Teresa fue santa a pesar de sus directores espirituales. Pero la verdad es que si Santa Teresa no hubiese tenido tantos obstáculos en el camino de la oración no hubiese escrito las obras que escribió. Así que todo contribuye al bien de los que ama Dios. Lo cual no quiere decir que nosotros no hagamos lo posible por encontrar una buena dirección, pedírselo a Dios, y quedarnos tranquilos si no la encontramos, porque Dios suple o busca otros caminos para guiarnos. 

Y es que sin en cualquier profesión o actividad artística se busca como maestro a alguien docto y experimentado, cuanto más no habrá que hacerlo en la vida espiritual.

A veces observo con sorpresa a personas que sin llevar una vida de oración o sin conocer apenas nada de la vida espiritual se convierten en acompañantes espirituales de otros, tal vez porque están en los tiempos del fervor o del consuelo tan propio de los principiantes en la primera etapa espiritual de la que habla San Juan de la Cruz, en la que la persona tiende a decir a otros lo que tiene que hacer. Hay que ser muy cuidadosos y delicados con este tema y  no dejar nuestra alma en manos de personas con poca experiencia y que puedan estar viviendo un puro espiritualismo sin fundamento. Y a la vez tener la humildad de reconocer que es Dios quien conduce a las almas y que si colaboramos en esta tarea hay que estar muy atento a la dirección del Espíritu Santo que es quien lleva la batuta.

San Juan de la Cruz habla en varias de sus obras de la dirección espiritual con gran preocupación acerca de lo importante que es un buen director para que el alma progrese en el camino de la santidad. En concreto hoy veremos lo que dice en Llama de Amor Viva en los puntos 48 y siguientes, hablando de los malos directores dice así:

48. Pero éstos por ventura yerran con buen celo, porque no llega a más su saber. Pero no por eso quedan excusados en los consejos que temerariamente dan sin entender primero el camino y espíritu que lleva el alma, y, si no la entiende, entremeter su tosca mano en cosa que no entiende, no dejándola para quien mejor la entienda. Que no es cosa de pequeño peso y culpa hacer a un alma perder inestimables bienes por consejo fuera de camino y dejarla bien por el suelo. Y así, el que temerariamente yerra, estando obligado a acertar, como cada uno lo está en su oficio, no pasará sin castigo, según el daño que hizo. Porque los negocios de Dios con mucho tiento y muy a ojos abiertos se han de tratar mayormente en cosa tan delicada y subida como en estas almas, como se aventura casi infinita ganancia en acertar y casi infinita pérdida en errar.

49. Pero ya que quieras decir que todavía tiene alguna excusa, aunque yo no la veo, a lo menos no me podrás decir que la tiene el que, tratando un alma, jamás la deja salir de su poder, allá por los respetos e intentos vanos que él se sabe, que no quedarán sin castigo. Pues que está cierto que, habiendo de ir aquella alma adelante, aprovechando en el camino espiritual, a que siempre Dios la ayuda, ha de mudar estilo y modo de oración y ha de tener necesidad de otra doctrina ya más alta que la suya y otro espíritu. Porque no todos saben para todos los sucesos y términos que hay en el camino espiritual, ni tienen espíritu tan cabal que conozcan cómo en cualquiera estado de la vida espiritual ha de ser el alma llevada y regida; a lo menos, no ha de pensar que lo tiene él todo, ni que Dios querrá dejar de llevar aquella alma más adelante. No cualquiera que sabe desbastar el madero, sabe entallar la imagen, ni cualquiera que sabe entallarla, sabe perfilarla y pulirla, y no cualquiera que la sabe pulir, sabe pintarla, ni cualquiera que sepa pintarla, sabrá poner la última mano y perfección. Porque cada uno de éstos no puede en la imagen hacer más de lo que sabe, y, si quisiese pasar adelante, sería echarla a perder.

50. Pues veamos si tú, siendo solamente desbastador, quieres poner el alma en el desprecio del mundo y mortificación de sus apetitos, o, cuando mucho, entallador, que será en ponerla en santas meditaciones, y no sabes más, ¿cómo llegarás esa alma hasta la última perfección de delicada pintura, que ya ni consiste en desbastar, ni entallar, ni aun en perfilar, sino en la obra que Dios ha de ir en ella haciendo? Y así, cierto está que si en tu doctrina, que siempre es de una manera, la haces siempre estar atada, que o ha de volver atrás, o, a lo menos, no irá adelante. Porque ¿en qué para, te ruego, la imagen si siempre has de ejercitar en ella no más que el martillar y desbastar, que en el alma es el ejercicio de las potencias? ¿se ha de acabar esta imagen? ¿cuándo o cómo se ha de dejar a que la pinte Dios? ¿Es posible que tú tienes todos estos oficios y que te tienes por tan consumado, que nunca esa alma habrá menester más que a ti?

51. Y, dado caso que tengas para alguna alma (porque quizá no tendrá talento para pasar más adelante), es como imposible que tú tengas para todas las que no dejas salir de tus manos; porque a cada una lleva Dios por diferentes caminos, que apenas se hallará un espíritu que en la mitad del modo que lleva convenga con el modo del otro. Porque ¿quién habrá, como san Pablo (1 Cor. 9, 22), que tenga para hacerse todo a todos, para ganarlos a todos? Y tú de tal manera tiranizas las almas y de suerte las quitas la libertad y adjudicas para ti la anchura y libertad de la doctrina evangélica, que no sólo procuras que no te dejen, mas lo que peor es, que, si acaso alguna vez que alguna fue a pedir algún consejo a otro, o a tratar alguna cosa que no convendría tratar contigo (o la llevaría Dios para que la enseñase lo que tú no enseñas), te hayas con ella (que no lo digo sin vergüenza) con las contiendas de celos que hay entre los casados, los cuales no son celos que tienes de honra de Dios, sino celos de tu soberbia y presunción. Porque ¿cómo puedes tu saber que aquella alma no tuvo necesidad de ir a otro? Indígnase Dios de éstos grandemente, y promételos castigo por el profeta Ezequiel (34, 3, 10): diciendo: No apacentábades mí ganado, sino cubríades os con la lana y comíades os su leche; yo pediré mi ganado de vuestra mano. 

52. Deben, pues, estos tales dar libertad a estas almas, y están obligados a dejarlas ir a otros y mostrarles buen rostro, que no saben ellos por dónde aquella alma la quiera Dios aprovechar, mayormente cuando ya no gusta de su doctrina, que es señal que la lleva Dios adelante por otro camino y que ha menester otro maestro, y ellos mismos se lo han de aconsejar, y lo demás nace de necia soberbia y presunción. 

53. Pero dejemos ahora esta manera, y digamos ahora otra pestífera que éstos, u otros peores que ellos, usan. Porque acaecerá que anda Dios ungiendo algunas almas con santos deseos y motivos de dejar el mundo y mudarlas vida y estado y servir a Dios, despreciando el siglo (lo cual tiene Dios en mucho haber llegado hasta allí, porque las cosas del siglo no son del corazón de Dios), y ellos allá con unas razones humanas o respetos harto contrarios a la doctrina de Cristo y su mortificación y desprecio de todas las cosas, estribando en su interés o en su gusto, o por temer donde no había que temer, se lo dilatan o se lo dificultan, o, lo que peor es, por quitárselo del corazón trabajan. Que, teniendo ellos mal espíritu, y poco devoto, y muy vestido de mundo, y poco ablandado en Cristo, como ellos no entran, no dejan entrar a otros, como dice Nuestro Salvador (Lc. 11, 52): ¡Ay de vosotros, que tomasteis la llave de la ciencia y no entráis ni dejáis entrar a otros! Porque éstos, a la verdad, están puestos como tropiezo y tranca a la puerta del cielo, no advirtiendo que los tiene Dios allí para que compelan a entrar a los que Dios llama, como se lo tiene mandado (Lc. 14, 24), y ellos, por el contrario, están compeliendo que no entren por la puerta angosta que guía a la vida (Mt. 7, 14). De esta manera es él un ciego que puede estorbar la guía del Espíritu Santo con el alma, lo cual acaece de muchas maneras, que aquí queda dicho, unos sabiendo y otros no sabiendo. Mas los unos y los otros no quedarán sin castigo pues, teniéndolo por oficio, están obligados a saber y mirar lo que hacen.

Sería muy interesante y nos ayudaría mucho a todos conocer vuestras experiencias en relación con este tema. ¿Son aplicables las palabras de San Juan de la Cruz a nuestros tiempos? ¿Te es fácil encontrar un director espiritual que te ayude? ¿Ni siquiera lo has intentado? ¿Lo buscas pero no lo encuentras?  Espero vuestros comentarios .

Y para terminar el enlace a la segunda parte de la charla del otro día sobre el perdón. Espero que os guste.

Sanación interior. Padre Carlos Yepes.

¡Hasta la próxima semana!

Oración de la comunidad

Jesús tu nombre me sana

Jesús, repito tu dulce Nombre, tranquilamente, empiezo a descansar en Ti, confío en Ti. Jesús, Tu sabes que estoy lleno de preocupaciones. Respiro suavemente , repito tu dulce Nombre y pongo todo el peso de mis ansiedades en tu hombro divino. Y ahora apoyo mi rostro en tu regazo y me dejo acariciar por tu mano dulce que me da tanta seguridad. Oigo tu voz suave que me dice que nada tema que Tú estás aquí conmigo. Jesús, Jesús, Jesús...

¡Gracias! 158 personas oraron

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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