Día 3: Entra por la Puerta Angosta

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PRIMERA PARTE: VACIARSE DEL ESPÍRITU DEL MUNDO
TEMA 1:  Entrar por la Puerta Angosta.


Mt 7, 1-14

No juzguen a los demás y no serán juzgados ustedes. Porque de la misma manera que ustedes juzguen, así serán juzgados, y la misma medida que ustedes usen para los demás, será usada para ustedes.

¿Qué pasa? Ves la pelusa en el ojo de tu hermano, ¿y no te das cuenta del tronco que hay en el tuyo?

¿Y dices a tu hermano: Déjame sacarte esa pelusa del ojo, teniendo tú un tronco en el tuyo?

¡Hipócrita!, saca primero el tronco que tienes en tu ojo y así verás mejor para sacar la pelusa del ojo de tu hermano.

No den de lo que es santo a los perros, ni echen sus perlas a los cerdos, pues podrían pisotearlas y después se volverían contra ustedes para destrozarlos.

Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá la puerta.

Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y se abrirá la puerta al que llama.

¿Acaso alguno de ustedes daría a su hijo una piedra cuando le pide pan?

¿O le daría una culebra cuando le pide un pescado?

Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡con cuánta mayor razón el Padre de ustedes, que está en el Cielo, dará cosas buenas a los que se las pidan!

Todo lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos: ahí está toda la Ley y los Profetas.

Entren por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que conduce a la ruina, y son muchos los que pasan por él.

Pero ¡qué angosta es la puerta y qué escabroso es el camino que conduce a la salvación, y qué pocos son los que lo encuentran!

Palabra de Dios.




ORACIONES


VENI CREATOR SPIRITUS

Ven Espíritu creador;
visita las almas de tus fieles.
Llena de la divina gracia los corazones
que Tú mismo has creado.
Tú, eres nuestro consuelo,
don de Dios altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete
sagrados dones;
Tú, el dedo de la mano de Dios,
Tú, el prometido del Padre,
Tú pones en nuestros labios
los tesoros de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos,
infunde tu amor en nuestros corazones
y con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra frágil carne.
Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto tu paz,
siendo Tú mismo nuestro guía
evitaremos todo lo que es nocivo.
Por Ti conozcamos al Padre
y conozcamos también al Hijo
y que en Ti, que eres el Espíritu de ambos,
creamos en todo tiempo.
Gloria a Dios Padre
y al Hijo que resucitó
de entre los muertos,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos de los siglos infinitos.
Amén.



AVE MARIS STELLA

Salve, estrella del mar,
Madre Santa de Dios,
y siempre Virgen,
feliz Puerta del Cielo.
Aceptando aquel «Ave»
de la boca de Gabriel,
afiánzanos en la paz
al trocar el nombre de Eva.
Desata las ataduras de los reos,
da luz a quienes no ven,
ahuyenta nuestros males,
pide para nosotros todos los bienes.
Muestra que eres nuestra Madre,
que por ti acoja nuestras súplicas
quien nació por nosotros
tomando el ser de ti
Virgen singular,
dulce como ninguna,
líbranos de la culpa
haznos dóciles y castos.
Facilítanos una vida pura,
prepáranos un camino seguro,
para que viendo a Jesús,
nos podamos alegrar para siempre contigo.
Alabemos a Dios Padre,
glorifiquemos a Cristo Soberano
y al Espíritu Santo,
y demos a las Tres personas un mismo honor.
Amén.

 


MAGNÍFICAT
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí,
su nombre es Santo.
Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes;
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.



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Oración de la comunidad

CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A JESUCRISTO POR MEDIO DE MARÍA

(San Luis María Grignion de Montfort) ¡Oh Jesús, Sabiduría eterna y encarnada!, verdadero Dios y verdadero hombre, Hijo único del Padre Eterno y de María, siempre Virgen! Te adoro en la gloria del Padre, durante la eternidad y en el seno virginal de María, tu Madre, en el tiempo de tu Encarnación. Te doy gracias porque, anonadándote, haz venido al mundo, hombre entre los hombres y servidor del Padre, para librarme de la esclavitud del pecado. Te alabo y glorifico Señor, porque has vivido en obediencia amorosa a María, para hacerme fiel discípulo suyo. Desgraciadamente, no he guardado los votos y promesas de mi bautismo y no soy digno de llamarme hijo de Dios. Por ello, acudo a la misericordiosa intercesión de tu Madre, esperando obtener por su ayuda el perdón de mis pecados y una continua comunión contigo, Oh Sabiduría Encarnada. Te saludo pues, oh María Inmaculada, templo viviente de Dios: en ti ha puesto su morada la Sabiduría Eterna para recibir la adoración de los ángeles y de los hombres. Te saludo, oh Reina del cielo y de la tierra: a ti están sometidas todas las criaturas. Te saludo, refugio seguro de los pecadores: todos experimentan tu gran misericordia. Acepta los anhelos que tengo de la Divina Sabiduría y mi consagración total. Yo, ____________________________________________ consciente de mi vocación cristiana, renuevo hoy en tus manos mis compromisos bautismales. Renuncio a Satanás, a sus seducciones, a sus pompas y a sus obras, y me consagro a Jesucristo para llevar mi cruz detrás de Él, en la fidelidad de cada día a la voluntad del Padre. En presencia de toda la corte celestial, te elijo en este día por mi Madre y Maestra. Me entrego y consagro a ti, como tu esclavo, mi cuerpo y mi alma, mis posesiones tanto internas como externas, incluso el valor de todas mis buenas acciones, pasadas, presentes y futuras, dejando en ti, entero y completo derecho de disponer de mí, y todo lo que me pertenece, sin excepción, de acuerdo a tu voluntad, para mayor gloria de Dios en el tiempo y en la eternidad. Madre del Señor, acepta esta pequeña ofrenda de mi vida y preséntala a tu Hijo; si Él me redimió con tu colaboración, debe también ahora recibir de tu mano, el don total de mí mismo. En adelante, deseo honrarte y obedecerte en todo como verdadero esclavo tuyo. ¡Oh Corazón Inmaculado de María!, que yo viva plenamente esta consagración para prolongar en mí la amorosa obediencia de tu Hijo y dar respuesta a la misión trascendental que Dios te ha confiado en la historia de la salvación. ¡Madre de misericordia!, alcánzame la verdadera Sabiduría de Dios, y hazme plenamente disponible a tu acción maternal. Colócame así, entre los que tú amas, enseñas, guías, alimentas y proteges como hijos tuyos. ¡Oh Virgen fiel!, haz de mí un auténtico discípulo e imitador de tu Hijo, la Sabiduría Encarnada. Contigo, Madre y modelo de mi vida, llegaré a la perfecta madurez de Jesucristo en la tierra y a la gloria del cielo, Amén ¡Totus Tuus!.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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Consagración al Inmaculado Corazón de María

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