#PadrePio te habla hoy ✍️

Te aflige el haber estado nuevamente confinada a no salir de casa por causa de tu débil salud y, por lo tanto, privada de las carnes inmaculadas del Cordero divino. Y tú piensas, o mejor el enemigo quisiera hacerte creer que esto sea un castigo de Dios. No, no, no lo escuches. Te aclaro con sinceridad que esto es una particular predilección del Padre celestial hacia ti. Él quiere 

asemejarte a su amadísimo Hijo en el desierto, en ayunas de alimento terrestre por cuarenta días.

Quiere inspirarte incluso, mediante la privación de este alimento saludable, cada vez más las 

grandes reverencias debidas a su Hijo sacramentado, encenderte siempre más de amor hacia la santa misa dejando en la privación al alma, cuando es Dios mismo que obra esto, entonces sabe apreciar 

mejor la grandeza del don.

Con estas afirmanciones comprenderás que las sombras que oscurecen tu alma, queriéndote 

persuadir que privada de comunión irás de mal en peor, no dependen del Padre de las luces sino dependen en cambio del tentador que quiere afligirte. Muy bien ha entendido la bestia inmunda de no poder nada intentando hacerte prevaricar y, por lo tanto, quiere desahogar su odio con sus tormentos.

La guerra contra ti, querida mía, está declarada y es necesario estar vigilantes en todo 

momento, oponerle una fuerte resistencia, teniendo siempre de mira la fe dirigida a Dios de los ejércitos que combate contigo y por ti, y ten confianza ilimitada en la bondad divina, porque la victoria es segura. ¿Y cómo persuadirse de otra manera? ¿No está nuestro Dios más interesado que nosotros que nosotros en nuestra salvación? ¿No es él más fuerte que el mismo infierno? ¿Quién podrá alguna vez resistir y vencer al monarca del cielo? ¿Qué es el mundo, el demonio, la carne, 

todos nuestros enemigos delante del Señor?...

Concedo que se iría de mal en peor por los caminos del Señor si el hecho de no acercarte a la santa misa dependiese de tu elección, pero dado que todo está ordenado por el Esposo celestial nada te descontará el espíritu, sino que sacarás siempre mayor provecho. Haces bien en desear unirte 

siempre a él cada día, y la mejor prueba es que cuando tú puedes no descuidas jamás de ir a Jesús sacramentado para dar y recibir el beso de la paz.

Serénate pues y alégrate más, porque en todo esto es el Señor que obra en ti y tú que no 

deseas otra cosa que caminar siempre junto a él, dejándote guiar por el escabroso camino de esta vida y dale total asentimiento para actuar como mejor le plazca.