Evangelio según San Mateo 18,12-14.

Jesús dijo a sus discípulos:
"¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió?
Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron.
De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños."

Comentario del Evangelio

San Juan Damasceno (c. 675-749), monje, teólogo, doctor de la Iglesia
De la declaración de la fe, cap. I; PG 95, 417- 419; (Liturgia de las Horas I, CEA, Barcelona, Regina, 1983; 04/12)

Tú, Señor, me sacaste de la sangre de mi padre, tú me formaste en el seno de mi madre (Sal 138,13). Tú me hiciste salir a la luz, desnudo como todos los niños, ya que las leyes de la naturaleza que rigen nuestra vida obedecen constantemente a tu voluntad. Tú, con la bendición del Espíritu Santo preparaste mi creación y mi existencia, no por voluntad del hombre, ni por el deseo carnal (Jn 1,13), sino por tu gracia inefable. Preparaste mi nacimiento con una preparación que supera las leyes naturales. Me sacaste a la luz adoptándome como hijo (Gal 4,5) y me alistaste entre los hijos de tu Iglesia santa e inmaculada.

Tú me alimentaste con una leche espiritual, la leche de tus palabras divinas. Me sustentaste con el sólido alimento del cuerpo de Jesucristo, nuestro Dios, tu santo Unigénito, y me embriagaste con el cáliz divino, el de su sangre vivificante, que derramó por la salvación de todo el mundo.

Porque tú, Señor, nos amaste y pusiste en nuestro lugar a tu único Hijo amado, para nuestra redención, que él aceptó voluntaria y libremente (…). A tal extremo, oh Cristo, mi Dios, has descendido. Para cargarme a mí, oveja descarriada sobre tus hombros (Lc 15,5), apacentarme en verdes praderas (Sal 22,2). Y nutrirme con las aguas de la sana doctrina por medio de tus pastores, los cuales apacentados por ti, apacientan a su vez a tu eximia y elegida grey.


    

Oración de la comunidad

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

¡Gracias! 120 personas oraron

4 comentarios

"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

loader

Evangelio del día

Me inscribo