Evangelio según San Lucas 5,17-26.

Un día, mientras Jesús enseñaba, había entre los presentes algunos fariseos y doctores de la Ley, llegados de todas las regiones de Galilea, de Judea y de Jerusalén. La fuerza del Señor le daba poder para curar.
Llegaron entonces unas personas transportando a un paralítico sobre una camilla y buscaban el modo de entrar, para llevarlo ante Jesús.
Como no sabían por dónde introducirlo a causa de la multitud, subieron a la terraza y, desde el techo, lo bajaron con su camilla en medio de la concurrencia y lo pusieron delante de Jesús.
Al ver su fe, Jesús le dijo: "Hombre, tus pecados te son perdonados".
Los escribas y los fariseos comenzaron a preguntarse: "¿Quién es este que blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?".
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: "¿Qué es lo que están pensando?
¿Qué es más fácil decir: 'Tus pecados están perdonados', o 'Levántate y camina'?.
Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa".
Inmediatamente se levantó a la vista de todos, tomó su camilla y se fue a su casa alabando a Dios.
Todos quedaron llenos de asombro y glorificaban a Dios, diciendo con gran temor: "Hoy hemos visto cosas maravillosas".

Comentario del Evangelio

Simeón el Nuevo Teólogo (c. 949-1022), monje griego
Himno 18

Conocemos el amor que tú nos has dado, sin límites, indecible, que nada ni nadie puede contener; es luz inaccesible, luz que actúa en todo... En efecto ¿qué hay que no haga esta luz, y qué no es ella? Ella es encanto y gozo, dulzura y paz, misericordia sin fin, abismo de compasión. Cuando la poseo, no me doy cuenta; tan solo la veo cuando se va; me afano para captarla, y se esfuma plenamente. No sé qué hacer, y me consumo. Con lágrimas y gran humildad aprendo a pedir y a buscar y a no considerar como una cosa posible lo que está por encima de la naturaleza, ni como efecto de mi poder o del esfuerzo humano, lo que viene de la compasión de Dios y de su infinita misericordia...

Esta luz nos conduce de la mano, nos fortifica, nos enseña, mostrándose y desapareciéndose cuando tenemos necesidad de ella. No está cuando queremos –eso es sólo para los perfectos- sino que viene en nuestra ayuda, cuando estamos perturbados y completamente agotados. Aparece y la veo desde lejos y me concede sentirla en mi corazón. Grito hasta ahogarme, de tanto que la quiero retener, pero todo es noche, y están vacías mis pobres manos. Lo olvido todo, me siento y lloro, desesperado por verla otra vez. Cuando he llorado mucho y consigo parar, entonces, viene misteriosamente, me coge la cabeza, y me deshago llorando sin saber que está allí iluminando mi espíritu con una dulcísima luz.       


    

Oración de la comunidad

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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