Evangelio según San Lucas 1,26-38.
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;
él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,
reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".
El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,
porque no hay nada imposible para Dios".
María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó.
Comentario del Evangelio
Santa Gertrudis de Helfta (1256-1301), monja benedictina
Ejercicios VI (SC 127, « Œuvres spirituelles », Paris, Cerf, 1967; rev.) Trad. sc©Evangelizo.org
Que te bendiga, mi Dios, mi ternura, la santa gloria de tu divinidad, con la que has dignado llenar y colmar durante nueve meses, el casto seno materno de la Virgen María. Que te bendiga el altísimo poder de tu divinidad, que se ha inclinado hasta lo más profundo de este valle virginal. Que te bendiga la omnipotencia tan ingeniosa, Dios Altísimo, que ha esparcido sobre la rosa virginal tanta virtud, gracia y belleza, que tú mismo has podido desearla. Que te bendiga tu admirable sabiduría, de tan abundante gracia, que ha hecho que toda la vida de María, en su cuerpo y en su alma, fuera conforma a tu dignidad. Que te bendiga tu fuerte amor, sabio y muy tierno, que ha hecho que tú, flor y esposo de la virginidad, te convirtieras en hijo de una virgen. (…)
Que exulte para ti, por mí, el corazón muy digno y el alma de la muy gloriosa Virgen María, tu madre, que has elegido para ser tu madre por el apremio de mi salvación, con el fin que siempre sea accesible para mí su maternal clemencia.
Que exulte para ti, el fiel cuidado que me has portado, procurándome una tan poderosa abogada y patrona, por quien yo pueda fácilmente obtener tu gracia y, lo creo con confianza, en quien me has reservado tu eterna misericordia. Que exulte para ti, este admirable tabernáculo de tu gloria, único en servirte dignamente cuando él te ofrecía una santa morada y por quien tú puedes, en ti mismo, venir en mi ayuda, a la medida de la alabanza que te debo.
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6