El corazón de Cristo nos exhorta al apostolado

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Hay vocaciones diferentes, algunos reciben el llamado especial de consagrar su vida a Cristo como sacerdote o en la vida consagrada; y la mayoría de vosotros vivís vuestra vocación cristiana según un estado de vida laical, y mundana.

Pero compartimos todos el dinamismo misionero, porque brota del corazón de Cristo, y cualquiera que se haya encontrado con el amor de Dios, siente el deseo de Cristo de anunciar la Buena Nueva a todos, desde donde esté, según su estado de vida, y según es llamado a hacerlo, y pueda hacerlo.  


Cristo buscó, encontró y mandó a sus apóstoles a los confines del mundo a predicar el Evangelio. 

No eran hombres perfectos, sin pecados con  cualidades impecables,  pero ellos conocieron y se encontraron con el amor imparable de Cristo, y ardieron del dinamismo misionero. Hoy sigue brotando los encuentros con Cristo, y con ellos el dinamismo y ardor misionero. 

La vocación sacerdotal nace del encuentro vivo y transformante con Cristo. Cuando te acercas a Jesucristo, él te pasa el amor que tiene por todos; y sientes que empiezan a importarte todos los que te encuentras o te quedan por encontrarte, más que tú mismo. 

A medida que pasan los años de sacerdocio, descubres que te importan cada vez más,  porque comprendes mejor que para Cristo, cada uno de ellos vale más que toda su sangre; con lo cual, los quieres amar como El los amó, por amor a Cristo.

Incluso las personas que te critican o que te odian, los encuentras importantes y merecedores del amor de Dios, que tú quieres comunicarles. 

La misión depende de la gracia de Dios, con lo cual, una vez lanzado, un alma misionera es imparable. 

La perseverancia y la prueba del tiempo es preciosa porque es como un ejercicio para tu corazón que se va ensanchando con los años.  

La perseverancia en la misión es como un gimnasio para que tu corazón crezca. 

Compartir la fe es un tesoro común a todos los cristianos, ser generoso y vivir la caridad es un camino privilegiado para llenar y dar sentido pleno a tu vida, sea cual sea tu estado de vida. 

Oración de la comunidad

Toma Señor mi libertad

Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Tú me lo diste, a Ti, Señor, lo retorno. Todo es Tuyo: dispone de ello según Tu Voluntad. Dame Tu Amor y Gracia, que éstas me bastan. Amén.

¡Gracias! 39 personas oraron

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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