Evangelio según San Juan 2,13-22.

Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén
y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas.
Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas
y dijo a los vendedores de palomas: "Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio".
Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá.
Entonces los judíos le preguntaron: "¿Qué signo nos das para obrar así?".
Jesús les respondió: "Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar".
Los judíos le dijeron: "Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?".
Pero él se refería al templo de su cuerpo.
Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.

Comentario del Evangelio

San John Henry Newman (1801-1890), teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra
PPS, vol 6, n° 19

¿Una catedral es fruto de un deseo pasajero o alguna cosa que se pueda realizar por propia voluntad?... Ciertamente, las iglesias que hemos heredado no son fruto de un simple asunto de capital, ni una pura creación de un genio; sino que son fruto de martirios, de grandezas y sufrimientos. Sus fundamentos son muy profundos; descansan sobre la predicación de los apóstoles, sobre la confesión de fe de los santos y sobre las primeras conquistas ganadas por el Evangelio en nuestro país. Todo lo que hay de noble en su arquitectura, que cautiva los ojos y llega al corazón, no es un puro efecto de la imaginación de los hombres, sino que es un don de Dios, es una obra espiritual.

La cruz está siempre plantada en el riesgo y en el sufrimiento, y regada con lágrimas y sangre. Ella no arraiga ni da fruto si su predicación no va acompañada de renuncia. Los que detentan el poder pueden decretar, favorecer la religión, pero no pueden plantarla, sólo pueden imponerla. Tan sólo la Iglesia puede plantar la Iglesia. Nadie que no sean los santos, hombres mortificados, predicadores de la rectitud, confesores de la verdad, pueden crear una casa para la verdad.





Por eso los templos de Dios son también los monumentos de sus santos... Su simplicidad, su grandeza, su solidez, su gracia y su belleza no hacen más que recordarnos la paciencia y la pureza, la valentía y la suavidad, la caridad y la fe de los que sólo han adorado a Dios en los montes y los desiertos; han trabajado, pero no en vano, porque otros han heredado el fruto de su trabajo (cf Jn 4,38). En efecto, a la larga, su palabra ha dado fruto; ha sido hecha Iglesia esta catedral en la que la Palabra vive desde hace mucho tiempo... Dichosos los que entran a formar parte de este lazo de comunión con los santos del pasado y con la Iglesia universal... Dichosos los que al entrar en esta iglesia, penetran con el corazón en el cielo.


    

Oración de la comunidad

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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