Un encuentro con Cristo

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La oración cristiana es, ante todo, un encuentro con Cristo en el que contemplamos su amor por nosotros. El protagonista de la oración es Dios y a nosotros nos corresponde permanecer en una actitud de escucha y acogida. San Agustín explica: «La oración es el encuentro de la sed de Dios con la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él» (San Agustín, De diversis quaestionibus octoginta tribus 64, 4).

Si nosotros acudimos abiertos y bien dispuestos,  el encuentro con Cristo nos transforma en lo más profundo de nuestro ser. La oración cambia nuestro modo de ver, de pensar, de sentir. En la oración, Dios nos da un corazón nuevo, capaz de amar, de perdonar, de entregarse, porque nos permite tocar su corazón y que Él haga poco a poco el nuestro como el suyo (cf. Mt 11, 29), nos hace conocer y asumir sus sentimientos (cf. Flp 2, 5)


La verdadera oración nos enseña a reconocer el proyecto de amor que Dios tiene sobre nosotros en medio de situaciones inesperadas, hace que emerja experiencialmente una certeza de fe.


Cuando acudimos a Él con pureza de intención, buscando agradarle, Descubrimos que sus caminos no son nuestros caminos, y que sus caminos son mucho mejores. Él conoce mejor que nosotros las cosas que necesitamos: al presentarlas con confianza nos disponemos a acoger mejor los dones que Él, Padre bueno, desea concedernos.

Oración de la comunidad

Toma Señor mi libertad

Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Tú me lo diste, a Ti, Señor, lo retorno. Todo es Tuyo: dispone de ello según Tu Voluntad. Dame Tu Amor y Gracia, que éstas me bastan. Amén.

¡Gracias! 46 personas oraron

"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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