el día de la Natividad de la Virgen
El día de la Natividad de tu santa Madre, fui elevada a una contemplación muy sublime en la que me explicaste el Sal. 24, Domini est terra, et plenitudo ejus (Sal_24_1). De Yahvéh es la tierra y cuanto hay en ella; que la Sma. Virgen estaba en ti y tú en ella, a la que habías llenado de gracias y de gloria; [652] cuando ella te concibió encerró en sus entrañas a aquél que el cielo no ha podido contener; quia ipse super María fundavit eum, et super flumina præparavit eum (Sal_23_2). Que él lo fundó sobre los mares, él lo asentó sobre los ríos. La apoyaste sobre un mar de divinos favores, e hiciste que una parte de ella misma se apoyara sobre tu soporte divino.
Después de la Virgen están todos los santos, que son como ríos que reciben de ella su gracia y su gloria, pero ella las recibe en plenitud. Está sentada a tu derecha para comunicar tus favores a las iglesias triunfante, militante y sufriente. De ella salen las aguas como las vio Ezequiel salir del Templo, primero llegaron; usque ad talos, hasta los tobillos; la segunda vez usque ad genua; hasta las rodillas, y la tercera usque ad renes; hasta la cintura (Ez_47_4).
A los principiantes les purifica los pies de todas las aficiones terrenas; a los aprovechados los hace adoradores de tu grandeza y a los perfectos los fortifica... para que vuelen a ti y sean fieles a tu amor. Para las que ya están en la gloria, ella es un torrente que no pueden pasar sin sumergirse en esas admirables aguas exclamando con el Profeta: Torrentem quem non potui pertransire, quoniam intumuerant aquæ profundi torrentis, qui non potest transvadari (Ez_47_5). Torrente que no pude atravesar, porque el agua había crecido hasta hacerse un agua de pasar a nado, un torrente que no se podía atravesar.
[653] Sólo el hombre que viene de oriente y que es el Oriente en la divinidad, puede medir estas aguas que son las perfecciones de esta Virgen incomparable, la santa Madre. Viéndome abismada en sus grandezas, me abandoné a su bondad perdiéndome en este feliz naufragio y muriendo a todo la visible, ya que no tenía vida mas que para adorar lo Invisible, el cual me invitó a subir sobre las olas de este torrente con deseos inocentes, ofreciéndome los méritos de su Madre para recibir de él una abundante bendición que llenó de alegría mi alma. Parecía que participaba de las alegrías de esta Virgen que contempla la faz del Dios de Jacob y que me trasmitía su claridad y su gozo.
Jeanne de Matel - Autobiografía, capítulo 66 .-
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6