4 de octubre. San Francisco de Asís

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Celebramos hoy a un santo estimado por todos los hombres, incluso los no creyentes. ¿Qué tiene san Francisco que no tienen el resto de los santos? 

Tiene lo mismo: virtudes heroicas, milagros bajo su intercesión, alegría y caridad. Quizás no sea el propio San Francisco, sino su época la que lo hacen tan apreciado.

Pensemos que vive en un mundo medieval, que preludia el Renacimiento. Un mundo de fastuosidad y de guerras, dónde se alaba a Dios con la boca pero no con el corazón. Por eso, San Francisco nos indica el camino: mirar a Dios desde la pequeñez y la pobreza, desde nuestra condición de criaturas. Sólo así nos daremos cuenta de la inmensidad de su Amor, transmitida a través de la Creación.

Oración de la comunidad

Irradiando a Cristo (Beato John Henry Newman)

Amado Señor, ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya. Inunda mi alma de espíritu y vida. Penetra y posee todo mi ser hasta tal punto que toda mi vida solo sea una emanación de la tuya. Brilla a través de mí, y mora en mi de tal manera que todas las almas que entren en contacto conmigo puedan sentir tu presencia en mi alma. Haz que me miren y ya no me vean a mí sino solamente a ti, oh Señor. Quédate conmigo y entonces comenzaré a brillar como brillas Tú; a brillar para servir de luz a los demás a través de mí. La luz, oh Señor, irradiará toda de Ti; no de mí; serás Tú quien ilumine a los demás a través de mí. Permíteme pues alabarte de la manera que más te gusta, brillando para quienes me rodean. Haz que predique sin predicar, no con palabras sino con mi ejemplo, por la fuerza contagiosa, por la influencia de lo que hago, por la evidente plenitud del amor que te tiene mi corazón. Amén

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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