8º NOVENA AUDAZ EN EL RIESGO
Octavo día
ENVIADO PARA LA IGLESIA
Todos los días leemos en la prensa: la Iglesia fracasó. Todos los días lo escuchamos de mil distintas maneras: la Iglesia no tiene derecho a intervenir en mi vida. La ola de críticas golpea desde afuera, pero también dentro de la misma Iglesia. Es muy fácil rebajar todo y ver de antemano sólo lo negativo. Pero también es inmaduro, señalar las faltas y negligencias en un amplio marco y tapar mis faltas bajo las que yo mismo sufro.
(POR UNOS MOMENTOS MIREMOS LA IMAGEN DEL FUNDADOR DE SCHÓNSTATT EN SILENCIO...)
Está de pie ante el Santo Padre, respetuoso, humilde, muy humilde. En la mano lleva su regalo: un cáliz para la nueva iglesia "Mater Ecclesiae". El Papa le está leyendo su pequeña alocución y de tanto en tanto mira a su interlocutor que acaba de regresar de un exilio de catorce años, impuesto por la misma Iglesia. Pablo VI le agradece al Padre Kentenich su fidelidad y le manifiesta, expresamente, el deseo de que Schoenstatt crezca y se desarrolle para bendición de la Iglesia. El Padre Kentenich no vio nunca el trabajo al servicio de su fundación como algo separado del bien de la Iglesia: la obra total, cada rama de la Familia, cada hijo de Schoenstatt: una célula viva en el organismo del Cuerpo Místico, íntimamente unido a Cristo, la Cabeza. Participando de la plenitud del Hijo de Dios, pero dispuesto a santificarse en El, a sacrificarse con El para el bien de todo el Cuerpo y de cada miembro. Para la realización de este ideal entregó el Fundador, toda su vida. Por supuesto, también vio los errores en la historia y en el presente de la Iglesia, pero para él no fueron motivo de disgusto o repulsión sino un llamado para su tarea. El verdadero amor, aún en las desilusiones más duras sabe de un siempre reiterado "a pesar de ellas". También a él le desilusionaron muchas cosas en la Iglesia, pero siguió construyendo incansablemente, no levantó obstáculos sino puentes, puentes hacia la nueva ribera. El Padre de la cristiandad y el Padre de la Familia de Schoenstatt... Sólo puede ser Padre el que pasó la prueba del hijo. Como hijo de la Madre Iglesia se encuentra aquí con el Padre de los cristianos y este le agradece por su fidelidad... El que fue hallado fiel acepta con renovada responsabilidad su misión de entregarse como Padre de la Familia schoenstatteana: Schoenstatt para la Iglesia; la Iglesia para el mundo; y el mundo para la Santísima Trinidad.
Reflexión: ¿Mi amor a la Iglesia se manifiesta en fidelidad a Ella? RECEMOS CON EL PADRE KENTENICH Señor Jesucristo, Cabeza invisible de la santa Iglesia, no permitas que me separe de ella. Regálame la gracia de saber sufrir por sus faltas y debilidades cuando las descubra o alguien me las eche en cara. Dame valor para defenderla en el campo de mi profesión y entre mis amigos, así como Tú te sacrificaste y te hiciste Hombre por ella. Y cuando aflore a mis labios una crítica, haz que repare en mis propios defectos y comprenda que son precisamente ellos los que deslucen a los ojos de los hombres el rostro de la Iglesia. Finalmente te pido por los teólogos para que no busquen tanto explicarlo todo sino que en primer lugar se abran a la acción de tu gracia, porque Tú esperas nuestra fe. Bendícenos y regálanos lo que ansías de nosotros. Amén. ¡Madre, afírmame en el seno de tu santa Iglesia!
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6