7º NOVENA AUDAZ EN EL RIESGO
Séptimo día
ENVIADO PARA LA FAMILIA
Una tarea es más que un hobby. Además del trabajo, exige la entrega del corazón y un alto grado de responsabilidad. Responsabilidad por aquellos que me fueron confiados.
(POR UNOS MOMENTOS MIREMOS LA IMAGEN DEL FUNDADOR DE SCHONSTATT EN SILENCIO...)
Está hablando por teléfono. Apenas llega a su habitación y ya suena. Llamados desde Schoenstatt mismo, llamados desde cualquier lugar de Alemania, Austria, Suiza, España y Escocia, y también desde más allá del mar. Levanta el fono: —Sí ... Y entonces escucha, responde, se alegra por lo que le cuentan, hace algunos apuntes, una broma, da un consejo... Promete recordar al que le habla, le desea de corazón mucha suerte y la bendición de Dios ... Un medio que lo comunica con su gran Familia dispersa por todo el mundo, y le posibilita poder ocuparse más de ella.
Muchos schoenstatteanos del extranjero, jamás lo vieron, pero le hablaron por teléfono y conservan sus palabras como una guía en su camino de vida. Quien lo llamaba recibía en seguida la respuesta, pero quien le escribía, a veces, nunca, tantas eran las cartas que recibía diariamente. Y sin embargo, las leía todas. Y recibía visitas, tenía jornadas, ejercicios, pláticas. Viajes a las diócesis, y allí nuevamente: pláticas, recepción de consagraciones, inauguraciones, colocación de piedras fundamentales, conferencias, conversaciones. Con sus ochenta años nunca se fijaba en su salud, ¡y qué cansado se lo veía muchas veces! A las siete de la mañana o a la media noche vuelve a levantar el fono... ¿Cuántas veces ya? No lo cuenta. —Sí ... se alegra. Como Fundador de su Obra, es el Padre de esta Familia a cuya disposición está con toda su fuerza y con todo su tiempo. No vive una vida personal vive únicamente la de su Familia de Schoenstatt.
Reflexión: ¿Cómo padre, o madre, jefe, amigo o colega, les consagro mis mejores fuerzas a los que me fueron confiados? ¿Me sacrifico por ellos y estoy contento cuando me dejan tranquilo?
RECEMOS CON EL PADRE KENTENICH
¡Padre del cielo! te conocemos así como tu Hijo te nos mostró. Tú obras a cada instante en nosotros, con nosotros y por nosotros; pero sabes que no resulta fácil cumplir con nuestro deber. Por eso, te pido que me hagas ingenioso para descubrir las posibilidades que se me presentan para entregarme a los demás: para mi familia, (para él, para ella, para los hijos, para los adultos, para los niños, para los que aún vendrán), para mis amigos, para mis compañeros de trabajo, para todos los que hoy se encontrarán conmigo. Concédeme el valor de vivir una vida exteriormente despreocupada pero entusiasta porque fuiste Tú quien me confió esta tarea. Amén. ¡Madre, obra por mí!
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6