SAN ANTONIO MARÍA CLARET

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24 de octubre

SAN ANTONIO MARÍA  CLARET


Obispo y Fundador de la Familia Claretiana


Solemnidad




PRIMERA LECTURA


El Señor me ha ungido y me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres

y para derramar sobre ellos perfume de fiesta

Is 61, 1-6


Lectura del Profeta Isaías.

El Espíritu del Señor está sobre mí,

porque el Señor me ha ungido.

Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los que sufren,

para vendar los corazones desgarrados,

para proclamar la amnistía a los cautivos

y a los prisioneros la libertad,

para proclamar el año de gracia del Señor,

el día del desquite de nuestro Dios;

para consolar a los afligidos,

los afligidos de Sión;

para cambiar su ceniza en corona,

su traje de luto en perfume de fiesta,

su abatimiento en cánticos.

Se les llamará robles de justicia,

plantados para gloria del Señor.

Reconstruirán las viejas ruinas,

levantarán los antiguos escombros;

renovarán las ciudades en ruinas.

los escombros de muchas generaciones.

Vendrán extranjeros y apacentarán vuestros rebaños,

y forasteros serán vuestros labradores y viñadores.

Vosotros os llamaréis “sacerdotes del Señor”,

dirán de vosotros: “Ministros de nuestro Dios”.

La riqueza de las naciones comeréis

y en su gloria les sucederéis.


Palabra de Dios.








SALMO RESPONSORIAL 

Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6.


V./ El Señor es mi pastor, nada me falta.


R./ El Señor es mi pastor, nada me falta.


V./ El Señor es mi pastor, nada me falta:

en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas

y repara mis fuerzas.


R./ El Señor es mi pastor, nada me falta.


V./ Me guía por el sendero justo,

por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,

nada temo, porque tú vas conmigo:

tu vara y tu cayado me sosiegan.


R./ El Señor es mi pastor, nada me falta.


V./ Preparas una mesa ante mí

enfrente de mis enemigos;

me unges la cabeza con perfume,

y mi copa rebosa.


R./ El Señor es mi pastor, nada me falta.


V./ Tu bondad y tu misericordia me acompañan

todos los días de mi vida,

y habitaré en la casa del Señor

por años sin término.


R./ El Señor es mi pastor, nada me falta.




SEGUNDA LECTURA


Seréis mis testigos hasta los confines del mundo

Hch 1, 3-8


Lectura de los Hechos de los Apóstoles


Jesús se presentó a los apóstoles después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.

Una vez que comían juntos les recomendó: - “No os alejéis de Jerusalén; aguardad a que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.”

Ellos lo rodearon, preguntándole: - “Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel?” Jesús contestó: - “No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.”


Palabra de Dios.


ALELUYA

 Mt 28,19a-20b


Id y haced discípulos de todos los pueblos, -dice el Señor-,

yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.



EVANGELIO


Id al mundo entero y proclamad el Evangelio

Mc 16, 15-20


Lectura del santo Evangelio según San Marcos. 

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once, y les dijo:

- “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.

El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer será condenado.

A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos.”

Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.

Ellos se fueron a proclamar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperando la palabra con las señales que los acompañaban.


Palabra del Señor.


Para orar: Hoy expresamos nuestra gratitud al Señor por habernos llamado a la vida misionera y habernos consagrado para llevar la Buena Noticia de la salvación a todo el mundo y, de un modo especial, a los pobres y sencillos y a los que se sienten cansados y agobiados por la fatiga, la opresión o la conculcación de sus derechos humanos, que son sagrados. Dios dispuso en su bondad y sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad; y, al mismo tiempo, Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. En esta tarea estamos también nosotros implicados hasta la médula de los huesos. San Pablo lo dice con una frase rotunda: ¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio! Él era plenamente consciente de su gran responsabilidad. ¿Y nosotros? A él se le confió ese oficio sin beneficio. Y así lo dice explícitamente: mi misión es dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, haciéndome esclavo de todos para ganarlos a todos.

La historia nos habla de los trabajos, fatigas, contradicciones y persecuciones de este gran evangelizador, hecho por el Señor luz de las naciones para llevar a todos el mensaje de la salvación. Un ejemplo admirable, pero también imitable. Su lucha por el Evangelio también me corresponde a mí, como misionero, como cristiano, como responsable de una fe que sólo se conserva y se acreciente comunicándosela a los demás. A todos se nos pide vivir en estado de misión, y de misión compartida, como sucede en el trabajo, por ejemplo, en las faenas del campo. La unión hace la fuerza; y los evangelizadores unidos en la oración y en la caridad son como una palanca capaz de levantar el mundo.

Claret estaba imbuido de este espíritu participativo. Y tuvo también, como el Señor, como los Apóstoles, como otros muchos misioneros de todos los tiempos y lugares, un espíritu universal. Él mismo lo decía con emoción y entereza: “Mi espíritu es para todo el mundo”. No me puedo ceñir a una parroquia, a una diócesis. Me debo a todos. Quiero gastarme y desgastarme por todos sin distinción, sin discriminaciones calculadas, con toda el alma, con todo el corazón, con todas las fuerzas. Serás un misionero eficaz si vives íntimamente unido a Dios; si te enciendes en el fuego de la oración y en la práctica de los sacramentos, en especial de la Eucaristía, fuente de toda vida misionera; si te lanzas al trabajo a tiempo y a destiempo, oportuna e importunamente; si aprovechas todos los recursos de naturaleza y gracia que Dios mismo te ha dado; si buscas apoyo en los demás y saber dárselo a quien lo necesita; si tienes a la Virgen – desde su Corazón inmaculado – como madre, maestra y guía en el camino de la misión. Ella te enseñará lo que significa las dos frases que debes repetir con frecuencia: ¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio! ¡Ay de mí si no me hago esclavo de todos para ganarlos a todos! Que, a ejemplo de Claret, en nuestro trabajo diario seamos capaces de gastarnos y desgastarnos por el Evangelio, no buscando reconocimientos ni gratificaciones humanas, sino sólo responder fielmente a la voluntad de Dios, viviendo una vida digna de la vocación a la que hemos sido llamados (cf. Ef 4, 1).


Oración de la comunidad

Padre nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

¡Gracias! 14 personas oraron

"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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