Día 8: un sólo corazón, una sola alma mirando a Dios
La vida comunitaria, escuela de los Apóstoles
Agustín se retiró con sus amigos y su madre para prepararse para el bautismo a Casisiacum, una finca en el norte de Italia en donde. Allí se vivía un clima de familia y entonces Agustín intentó formar una comunidad de vida; vivían en convivencia y compartían tanto las tareas agrícolas y domésticas como las lecturas y la oración; se reunían a la puesta del sol y oraban en común, leían y estudiaban la palabra de Dios que bien sabemos alimentan el espíritu.
¿Por qué?, le preguntaron. “Para buscar en amistosa concordia el conocimiento de Dios y del alma.” – Soliloquios I,12:20.
Además Agustín no era indiferente a vivir de manera semejante en la que vivían los Apóstoles. El ideal de una vida comunitaria enfocada en la búsqueda de la sabiduría es, históricamente, anterior al cristianismo.
“La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos.” – Hechos de los Apóstoles 4:32.
Después de su conversión, Agustín no dejó de vivir en comunidad. Cuando regresa a África, vuelve a Tagaste su ciudad natal para seguir adelante una búsqueda común de Dios.
Una vez ordenado sacerdote en Hipona, escoge vivir en un monasterio con sus amigos. Al volverse obispo titular, debe dejar ese monasterio, sin embargo, pide a sus clérigos que se junten con él para llevar una vida fraterna.
La condición imprescindible para volverse discípulos de Cristo es deshacerse de sus bienes personales. Agustín siempre manifestó una gran severidad sobre ese punto. Se cuenta que cuando fundó su monasterio en Hipona, sólo trajo la ropa que traía puesta; había vendido todo el resto de sus pertenencias para darlo a los más necesitados, siempre lamentando que la Iglesia no pudiera hacer más.
¿Por qué insistir tanto? Para Agustín, compartir los bienes es la condición para todo crecimiento espiritual:
Como yo había vendido mi escaso patrimonio y dado a los pobres su valor, así debían hacerlo quienes quisieran estar conmigo, viviendo todos de lo común. Dios sería para nosotros nuestro grande, rico y común patrimonio. – Sermón 355:2 – San Agustín
Esa renuncia a los bienes personales en la vida comunitaria es ante todo, una invitación a un amor verdadero y generoso. También conserva el ideal de concordia necesario para llevar una total vida comunitaria.
Continuará…
Oración para el reparto de los recursos:
Agustín intentó compartir todo lo que tenía pero también todo lo que era.
Uno de los desafíos de la humanidad para el futuro, es lograr compartir las riquezas de nuestro planeta tanto a nivel económico como ecológico.
OREMOS:
Señor nuestro Dios, ayúdanos a dar de manera generosa todo lo que hemos recibido de forma gratuita de Ti.
Concédenos la gracia de saber compartir los dones y los talentos con que nos has colmado.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
¡Amén!
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6