Hoy me gustaría que todos reflexionemos sobre el envío apostólico que Jesús nos ha dado, cómo herencia.

Jesús en muchas de sus parábolas, de sus diálogos con los discípulos y en las cartas de los apóstoles nos enseña e indica cómo debemos ser cómo hijos de Dios y como mensajeros del amor de Jesús.

Son muchas las formas y maneras en las que lo explica, pero tenemos puntos claves que debemos de seguir como buenos cristianos.

El primero es la oración con Dios Padre, el meternos en la intimidad de nuestro interior y dialogar con él, en Jesús podemos ver sus frecuentes retiros a la soledad para orar y hablar con su Padre, y escuchar en la oración lo que él le pedía realizar.

Otro punto importante es el SI. No solo el si de María nos sirve de ejemplo, sino el SI de Jesús, al aceptar el pedido del Padre de venir a la tierra, de hacer y aceptar su voluntad. El nos muestra el camino aún cuando no entendamos la voluntad del Padre confía en la providencia y la bondad del plan divino.

Cómo tercer punto, el compartir, el vincularse y el amar al prójimo, vemos a un Jesús que no esquiva el contacto, el va al encuentro del mundo, de los necesitados y de los pecadores... Nos recuerda también con los discípulos de Emaus el fuego en el corazón que nos arde cada vez que escuchamos sus palabras en nuestro interior. 

En la última cena, nuestro amado señor, no solo instrumenta la eucaristía y el sacerdocio, sino que nos envía al encuentro del mundo, nos envía como Dios lo envío a él. Y ya en la cruz nos regala lo más preciado, a nuestra Madre y educadora, que entendió todo el amor de Dios y la actitud de servidora del señor desde los inicios.

Pedimos a María que nos eduque como hizo con los apóstoles? Podemos ver y escuchar a Jesús en su sacratisimo corazón llamandonos al envío?

Son preguntas a reflexionar que nuestra madre desea que nos hagamos. Nos pide que sigamos siendo fieles, que sigamos orando y que encendamos nuestro corazón y el de los que nos confía día a día.