Evangelio según San Lucas 9,28b-36.

Unos ocho días después de decir esto, Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar.
Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante.
Y dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías,
que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". El no sabía lo que decía.
Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor.
Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: "Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo".
Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto.

Comentario del Evangelio

San Cirilo de Alejandría (380-444), obispo y doctor de la Iglesia
Homilías sobre la Transfiguración, 9 ; PG 77, 1011

Jesús sube al monte con los tres discípulos que ha escogido. Después, queda transfigurado por una luz brillante y divina, hasta el punto que sus vestidos resplandecían como la luz. Seguidamente, Moisés y Elías, enmarcando a Jesús, hablaban entre ellos de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén, es decir, del misterio de su encarnación y de su Pasión salvadora, que se iba a realizar sobre la cruz. Porque si es verdad que la Ley de Moisés y la predicación de los profetas habían ya mostrado por adelantado el misterio de Cristo... esta presencia de Moisés y Elías y su conversación tenía por finalidad mostrar que la Ley y los profetas formaban como la escolta de nuestro Señor Jesucristo, el Señor que ellos habían enseñado... Después de su aparición, no se callaron sino que hablaban de la gloria que el mismo Señor iba a quedar lleno, en Jerusalén por su Pasión y su cruz, y sobre todo, por su Resurrección.

Es posible que el bienaventurado Pedro, creyendo que el acontecimiento del reino de Dios había llegado, deseara permanecer en el monte cuando dijo que era necesario «hacer tres chozas, no sabiendo lo que decía». Porque no ha llegado el tiempo del fin del mundo, no es ahora que los santos gozarán de la esperanza que les ha sido prometida. Porque san Pablo afirma: «Él transformará nuestra condición humilde según el modelo de su condición gloriosa» (Flp 3,21).

Puesto que el plan de salvación no estaba todavía acabado sino tan sólo en su comienzo, no era posible que Cristo, venido al mundo por amor, renuncie a querer sufrir por él. Porque tomó la naturaleza humana para sufrir la muerte en su carne y destruirla por su resurrección de entre los muertos.


    

Oración de la comunidad

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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