La Santísima Trinidad se reveló a María por medio del arcángel

Jueves 01 de agosto de 2019

Los santos insisten en la necesidad de distinguir así entre las Tres Divinas Personas y de ofrendar un culto digno a cada una de Ellas. El Credo Atanasiano es medularmente dogmático, y condena enérgicamente a quienes no honran así a las Tres Divinas Personas, por ser este homenaje el fin último de la Creación y de la Encarnación.
Pero ¿es posible que vislumbremos tan incomprensible misterio? Lo podremos, ciertamente, sólo con la luz de la gracia divina. Pero esta gracia la podemos pedir con entera confianza a Aquella a quien le fue anunciado, por primera vez en el mundo, el misterio de la Trinidad. Eso fue el momento trascendental de la Anunciación. La Santísima Trinidad se reveló a María por medio del arcángel: El Espíritu Santo bajará sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo, y será llamado Hijo de Dios (Lc. 1, 35).
En esta revelación aparecen claramente las Tres Divinas Personas: primero, el Espíritu Santo, a quien se atribuye la obra de la Encarnación; segundo, el Altísimo, Padre de Aquel que va a nacer; y, por último, el Hijo, que será grande y será llamado hijo del Altísimo (Lc. 1, 32).

Oración de la comunidad

Catena Legionis

Antífona: ¿Quién es Esta que va subiendo cual aurora naciente, bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un ejército formado en batalla? Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí; su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo; dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos, y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes, y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: ¿Quién Esta que va subiendo cual aurora naciente, bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un ejército formado en batalla? V. Oh María, sin pecado concebida, R. Ruega por nosotros que recurrimos a Ti. Oremos Oh Señor Jesucristo, medianero nuestro delante del Padre, que constituiste a la santísima Virgen, tu Madre, madre nuestra y medianera ante de Ti, haz que cuantos a Ti acudieren para pedirte beneficios se gocen de haberlo conseguido todo por Ella. Amén.

¡Gracias! 36 personas oraron

"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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