8º Día: Novena Nuestra Señora de Schoenstatt
Octavo día: LA RESPUESTA DE JESÚS A MARÍA
“Mi hora aún no ha llegado”
(Juan 2, 4-5)
No es raro que tu corazón todavía se halle cautivado por la bella
imagen de la Virgen María en su papel de Madre verdaderamente
humana y comprensiva. Su actitud fue arriesgada cuando pidió
un milagro a su hijo Jesús: Señor, ya no tienen vino. La
respuesta de su Hijo, investido de Su dignidad divina, es
“¿Qué quieres que haga, mujer? Mi hora aún no ha
llegado” (Juan 2, 4-5).
Tal vez su corazón se haya contraído de momento ante la
respuesta aparentemente un tanto ruda de Su Hijo. Sin embargo,
María no se da por ofendida ni se esconde en el silencio del
resentimiento, como tal vez nosotros lo hubiéramos hecho.
No, Ella es firme en su manera de pensar. Él vendrá al rescate
de todas maneras. Ella no duda ni por un momento.
¿Cuál es la lección que la Santísima Virgen quiere enseñarte
en tu angustia? Sencillamente que tú debes amoldar tu actitud
a la manera de Ella. Persevera en oración ferviente. No te des
por ofendido ni te escondas en el silencio del resentimiento
porque rezaste una vez y tu plegaria no ha sido escuchada.
¿Acaso no es sorprendente ver a María, a pesar de la respuesta,
empezar inmediatamente a dar instrucciones a los sirvientes?
¡Claro, su confianza no tenía límites!
Así también tú, como María, debes esperarlo todo de Nuestro
Señor. “Da tus instrucciones a los sirvientes”; es decir, confía
implícitamente hasta que llegue la respuesta a tu súplica.
Cristo mismo nos ha enseñado esta actitud: “Un hombre
fué a casa de su amigo a media noche tocando la
puerta, y pidiendo con insistencia que por favor le
abrieran y le prestaran un poco de pan. Gracias a su
insistencia, el amigo se levantó, abrió y le dio pan,
no tanto por la amistad sino para que no estuviera
molestando” (Lucas 11, 5-13).
Por medio de esta parábola
Nuestro Señor quiere comunicarte este pensamiento: Tú debes
actuar como aquel amigo que perseveró en su súplica. No
pierdas la fe, reza sin cesar, siempre esperando ayuda en tus
necesidades, aunque tengas que esperar por la respuesta.
Tú Señor, sabes el camino que debo seguir,
y eso es bastante para mí.
En tus manos confiadamente pongo las mías.
Tu plan es perfecto, nacido de un amor perfecto.
Tú sabes el camino que debo seguir,
y eso es bastante para mí.
Oración
Madre amada, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de
Schoenstatt, en las bodas de Caná Tú hiciste tuya la angustia
de los novios. No dejes de interceder ante tu Hijo Divino,
también por mí. ¡Oh amantísima Madre de nuestro Señor! Yo
pongo toda mi fe y mi confianza en Ti y en la fuerza irresistible
de tu intercesión. Amén.
Ejercicio
Hoy practica la paciencia.
Información sobre el proceso de beatificación y canonización P. Kentenich
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6