Hágase la consagración, que en manos de María todo está bien guardado
Viernes 26 de julio de 2019
Parece que algunas personas reducen su vida espiritual, muy simplemente, a un balance egoísta de ganancias y pérdidas. Cuando se les dice que deberían entregar sus haberes en manos de su Madre espiritual, se desconciertan. Y a veces argumentan: "Pero, si lo doy todo a María, ¿no estaré delante de mi Juez, en la hora de la salida de este mundo, con las manos vacías? ¿No se me prolongará el purgatorio interminablemente?" A lo cual responde agudamente cierto comentarista: "¡Pues claro que no! ¿Acaso no está presente María en el Juicio?" Observación profunda.
Mas el reparo que ponen algunos contra esta consagración proviene, comúnmente, no tanto de miras egoístas cuanto de una confusión de ideas. Temen por la suerte de aquellas cosas y personas por las que hay obligación de rogar: la familia, los amigos, el Papa, la patria, etc., si se dan a manos ajenas todos los tesoros espirituales que uno posee, sin quedarse con nada. Hay que decirles: "¡Fuera todos estos recelos! Hágase la consagración valientemente, que en manos de María todo está bien guardado. Ella, Guardiana de los tesoros del mismo Dios, ¿acaso no sabrá conservar y mejorar los intereses de quienes ponen en Ella su confianza? Arroja, pues, en la gran arca de su maternal corazón, juntamente con el haber de tu vida, todas sus obligaciones y deberes -todo el débito-. En sus relaciones contigo, María actuará como si tu fueras su hijo único. Tu salvación, tu santificación, tus múltiples necesidades son cosas que reclaman indispensablemente sus desvelos. Cuando ruegues tú por sus intenciones, tu mismo eres su primera intención".
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6