DÍA QUINTO: La Mortificación de San Juan de la Cruz

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Acto de Contrición


BREVE MEDITACIÓN

«Yo he venido a echar fuego en la tierra, ¿y qué he de querer sino que se encienda?» (Lc XII, 49)


Para llegar a la Íntima Unión con Dios, debe el alma mortificar apetitos y potencias. Tanto lo sabía San Juan de la Cruz, debido a que conocía bien el Misterio de la Cruz, y desde antes de ser carmelita, ya practicaba duras penitencias, y al entrar en la Orden, pidió practicar la Regla Primitiva. Él mismo emprendería la Reforma del Carmelo en el siglo XVI, conjuntamente con Santa Teresa para volver a la vida menos relajada, y más cercana del espíritu de San Elías. Aunque, muy perseguido, maltratado, humillado y hasta encarcelado por los carmelitas calzados, no se cansó y logró fundar la Orden de Carmelitas Descalzos.


El alma donde menos apetitos y gustos propios moran, es donde Él más solo y más agradado y más como en casa propia, rigiéndola y gobernándola mora, y mora tanto más secreto, cuanto más solo.

(Llama de Amor, canción IV, 14)


Según el Doctor Extático, debemos vaciar nuestras potencias para conseguir unirnos a Dios. Dejarlas en nada para llegar al Todo.

En recompensa de su amor, Nuestro Señor se le apareció dos veces:

La primera aparición en el Monasterio de la Encarnación, hallándose cierto día sumergido en la contemplación de la Pasión, se le mostró el Crucificado: el Cuerpo cubierto de llagas y bañado en Sangre. Tan clara fue la aparición, que pudo dibujarla a pluma en cuanto volvió en sí, y se conserva hasta nuestros días.

La segunda fue en la iglesia del Convento de Segovia, después de haber traído un Crucifijo guardado, y haberlo puesto decentemente en la iglesia. Debido a este servicio, estando en oración, se le apareció el Señor y le dijo:

«Fray Juan, pídeme lo que quisieres, que yo te lo concederé por este servicio que me has hecho». A lo que él respondió: «Señor, lo que quiero que me deis trabajos que padecer por Vos, y que yo sea menospreciado y tenido en poco».


Recemos a la Santísima Virgen, pidiendo un poco de ese amor a la Cruz de San Juan de la Cruz, y el dominio y señorío de todas nuestras potencias y apetitos.


ORACIÓN A LA BEATÍSIMA VIRGEN DEL MONTE CARMELO


¡Oh piadosísima Virgen! Vos, que nueve siglos antes de existir fuisteis vista en profecía por el Siervo de Dios nuestro Padre San Elías, y venerada por sus hijos allá en el Carmelo. Vos, que en carne mortal os dignasteis visitarles y les dispensasteis celestiales consuelos. Vos, que vigiláis siempre por la virtuosa familia que tuvo por Superior a vuestro estimado hijo San Simón Stock, por padres y reformadores a la Seráfica Virgen y Mística Doctora Santa Teresa de Jesús y al Esclarecido y Extático San Juan de la Cruz, así como por una de sus dignísimas hijas a la ejemplar Esposa de Jesucristo Santa María Magdalena de Pazzi, vuestra devotísima sierva. Vos, que engalanasteis a dicha Orden con la estimable prenda del Santo Escapulario, y, en fin, Vos, que de tantas maneras habéis demostrado vuestro cariñoso amor a los carmelitas y sus allegados, recibid benévola mi corazón ardiente de fervoroso entusiasmo hacia la más pura de las criaturas y la más candorosa de las madres. No permitáis, Señora, que el león rugiente asuste mi espíritu en el camino de la perfección, y haced que logre arribar a salvamento en la gloria, como lo habéis alcanzado de vuestro Divino Jesús para los que, invocándoos con fe e imitando vuestras virtudes, murieron píamente con vuestra enseña. Amén.

Ave María (3 veces)


Oración de la comunidad

Ave María

Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

¡Gracias! 32 personas oraron

"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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