DÍA SEGUNDO: La Esperanza del Profeta San Elías
+ Señal de la Cruz...
Acto de Contrición
BREVE MEDITACIÓN
"… Elías subió a la cumbre del Carmelo y se postró en tierra, poniendo el rostro entre las rodillas; y dijo a su siervo: «Sube y mira hacia el mar». Subió él, miró y dijo: «No se ve nada». Elías le dijo: «Vuelve a hacerlo siete veces». Y a la séptima vez dijo el siervo: «Veo una nubecilla, como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar». El le dijo: «Ve y dile a Acab: Unce y baja, no te lo impida luego la lluvia». Y en esto se cubrió el cielo de nubes, sopló el viento y cayó gran lluvia."
(I Re XVIII, 42-45).
A la Fe Verdadera del Profeta San Elías, se le debía sumar también, la Esperanza de la Redención: Aquella pequeña nube, contemplada por el profeta como presagio de la bendición de la lluvia es prefiguración de la Santísima Virgen María, Madre del Salvador, fuente de toda gracia y santidad.
Según la tradición, él mismo estableció allí, en el Monte Carmelo, una comunidad de eremitas, que en soledad y oración veneraban a una virgen aún no nacida, que estaba destinada a ser la Madre del Mesías.
Roguemos a la Santísima Virgen, pidiendo la Esperanza de los Bienes Eternos.
ORACIÓN A LA BEATÍSIMA VIRGEN DEL MONTE CARMELO
¡Oh piadosísima Virgen! Vos, que nueve siglos antes de existir fuisteis vista en profecía por el Siervo de Dios nuestro Padre San Elías, y venerada por sus hijos allá en el Carmelo. Vos, que en carne mortal os dignasteis visitarles y les dispensasteis celestiales consuelos. Vos, que vigiláis siempre por la virtuosa familia que tuvo por Superior a vuestro estimado hijo San Simón Stock, por padres y reformadores a la Seráfica Virgen y Mística Doctora Santa Teresa de Jesús y al Esclarecido y Extático San Juan de la Cruz, así como por una de sus dignísimas hijas a la ejemplar Esposa de Jesucristo Santa María Magdalena de Pazzi, vuestra devotísima sierva. Vos, que engalanasteis a dicha Orden con la estimable prenda del Santo Escapulario, y, en fin, Vos, que de tantas maneras habéis demostrado vuestro cariñoso amor a los carmelitas y sus allegados, recibid benévola mi corazón ardiente de fervoroso entusiasmo hacia la más pura de las criaturas y la más candorosa de las madres. No permitáis, Señora, que el león rugiente asuste mi espíritu en el camino de la perfección, y haced que logre arribar a salvamento en la gloria, como lo habéis alcanzado de vuestro Divino Jesús para los que, invocándoos con fe e imitando vuestras virtudes, murieron píamente con vuestra enseña. Amén.
Ave María (3 veces)
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6